Diccionario Ilustrado
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Profeta, Profecía

     PROFECÍA, PROFETAS, Entendido como la interpretación de la historia que halla el significado de la misma solo en términos del interés, el propósito y la participación divina (IDB), puede decirse que el profetismo comienza con Moisés y que se refleja en la mayoría de los escritos bíblicos. Aunque hallamos en otros pueblos ciertos fenómenos emparentados, en ninguno se halla la profundidad e influencia del profetismo bíblico. La razón es evidente: todo el Antiguo Testamento mira hacia el porvenir. Basado en lo que Dios ha hecho y dicho en el pasado, proclama la espera del cumplimiento pleno de esas promesas.

El día de Jehová anima no solo los libros proféticos sino también los históricos y los poéticos. El mismo Pentateuco, basado en el éxodo y el pacto del Sinaí, entrevé el tiempo en que Israel, libre de toda esclavitud, será la nación santa del Dios santo. El Nuevo Testamento, a su vez, ve en Jesucristo y su iglesia el cumplimiento de aquella promesa y por ello valora altamente la profecía del Antiguo Testamento; se extiende hacia la plena realización del Reino, la parusía del Señor, y afirma así una dimensión profética propia.

Terminología

     El término hebreo, nabi, traducido profeta, probablemente se deriva de una raíz que significa anunciar o proclamar. El Antiguo Testamento lo aplica a una variedad de personas (Génesis 20:7; Éxodo 7:1; 1 Reyes 17 (18) al 19; Malaquías 4:5).

Orígenes

     Es sumamente discutido el origen del profetismo en Israel y su posible relación con otros fenómenos semejantes. Varios pasajes hablan de videntes y 1 Samuel 9:9 sugiere que así se le llamaba originalmente al profeta. Además, había un profetismo extático (en trance o posesión) en las religiones cananeas (compárese 1 Reyes 18:20 al 40), y es posible que hubiera alguna relación entre este fenómeno y algunas manifestaciones en Israel (1 Samuel 19:18 al 24). Por otra parte, los grandes profetas (Isaías, Amós, Jeremías) tenían experiencias extáticas (extraordinarias tanto para su tiempo como para nosotros), en las que hallaban un acceso especial a la palabra de Jehová y esta llevaba en sí misma una singular señal de autenticidad divina.

Indudablemente no se trataba de un trance de absorción, sino de una concentración próxima a la oración, en la que la palabra recibida era meditada y articulada por el profeta en un mensaje (Isaías 10:6 siguientes).

     También se ha discutido mucho la relación de los profetas con el culto. Aunque había bandas proféticas en los lugares de culto (como en los santuarios no jehovistas), los profetas del Antiguo Testamento no parecen pertenecer a ellas y en algunos casos evidentemente repudiaron esta dudosa institución (Jeremías 29:26 al 30). Entre estos profetas de santuario, ocupados de los detalles y pequeños problemas políticos, y el profeta bíblico, con su visión de la acción de Dios en la historia, había una enorme diferencia. Sin embargo, es erróneo pensar, basándonos en unos pocos pasajes tomados aisladamente (Amós 5:21 al 24; Isaías 1:11, 12, 14 al 17), que los grandes profetas se oponían al culto del templo y al sacerdocio, o a toda religión institucionalizada. Se trataba, más bien, de la crítica a la corrupción del culto, ya fuera por la idolatría o por la injusticia: No puedo aguantar iniquidad y día solemne (Isaías 1:13, Versión Moderna ofrece la traducción más correcta).

     Aunque no haya una gran perfección en la traducción, en nada cambia el sentido del mensaje de Dios, veamos:

"No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes."

     Los profetas conocen el culto y a menudo citan su ritual, himnos y oraciones. Algunos (Jeremías, Ezequiel) vienen de un trasfondo sacerdotal y otros (Habacuc, Nahum, Joel (Joel libro) muy probablemente participaban en el culto.

     En los libros proféticos de la Biblia tenemos la obra directa de los propios profetas (Isaías 30:8; Jeremías 29:1 siguiente, entre otros pasajes, muestran que los profetas escribían y no solo anunciaban verbalmente sus oráculos). También hay casos de un testimonio indirecto, como el de Baruc, secretario de Jeremías (Jeremías 36). Y finalmente, existían escuelas de discípulos de un profetas (por ejemplo, Isaías 8:16; compárese 50:4) los cuales compilaban sus mensajes.

Características E Historia

     Aunque el mensaje de la profecía bíblica se halla principalmente en los libros conocidos como proféticos, no debemos olvidar el profetismo anterior a Amós, ilustrado por figuras como Natán, Elías, Miqueas (1 Reyes 22:8 al 38) y Eliseo, cuya función fue anunciar el juicio y la voluntad de Dios principalmente a los reyes. El nombre profeta se aplica también a Abraham (Génesis 20:7), Aarón (Éxodo 7:1), María y Débora (Éxodo 15:20; Jueces 4:4) y Moisés (Deuteronomio 18:18; 34:10).

El profeta bíblico reúne algunas características que el NBD resume bien como un llamado específico y personal de Dios (Isaías 6; Jeremías 1:4 al 19; Ezequiel 1 al 3; Oseas 1:2; Amós 7:14, 15, etc.); la conciencia de la acción de Dios en la historia; la valiente confrontación de reyes, sacerdotes o pueblos con las demandas y el juicio divinos; el uso de medios simbólicos de expresión y el ejercicio de una función intercesora o sacerdotal ante Dios.

     La función primordial del profeta es la proclamación de la palabra de Dios que ha recibido. El propósito es llamar al pueblo al arrepentimiento y la conversión a Jehová y a su pacto. Su mensaje se relaciona constantemente con sucesos y circunstancias presentes, de orden político, social o religioso. Pero como estas circunstancias son vistas como parte de la acción de Dios en la historia, el profeta no puede dejar de referirse al futuro para anunciar lo que Dios hará, para inducir a la acción y para certificar su mensaje. No hay duda alguna de que la predicación es parte esencial de la función profética, y muchos profetas manifiestan dones especiales de clarividencia y percepción del futuro.

Pero, por otra parte, también existen falsos profetas, que apelan a los mismos dones y pretenden tener palabra de Dios. Pasajes como Deuteronomio 13; 18:9 al 22; Jeremías 23:9 al 40; Ezequiel 12:21 al (1314:11 sugieren algunos criterios de distinción. El problema es complejo y el Nuevo Testamento tampoco lo desconoce.

El Mensaje de Los Profetas

     Ubicados en el horizonte de la decadencia de los reinos (a partir del siglo VIII antes de Cristo), en medio de las amenazas políticas de los grandes imperios (Egipto, Asiria, Babilonia, Persia) y mientras acompañan a su pueblo en el cautiverio, los profetas anuncian, de diversas maneras pero con fundamental unidad, el propósito de Dios que se cumple en la convulsionada historia del Medio Oriente. IDB resume el mensaje profético con frases clave de los mismos profetas:

     1. Así dice el Señor. El profeta está consciente de que está al servicio de la palabra de Jehová, que no es un mero anuncio sino la expresión de la voluntad del Dios soberano en acción (Isaías 55:11; Amós 3:8). El profeta no tiene control sobre esta palabra sino que está a su servicio (Jeremías 20:8b, 9; Amós 3:8). Toda su vida, hasta sus gestos y acciones simbólicas, dependen de ella (Isaías 7 y 8; Oseas 1).

     2. De Egipto llamé a mi hijo La misericordiosa y divina elección de Israel para un propósito determinado, y las obligaciones que esa elección impone, están siempre presentes en los profetas. Se expresan con las figuras de padre/hijo (Isaías 1:2; Oseas 11); propietario/viña (Isaías 5:1 al 7), pastor/rebaño (Isaías 40:11), alfarero/vasija (Isaías 29:16; Jeremías 18) y principalmente esposo/esposa (Isaías 50:1; 54:5; 62:4, 5; Jeremías 2:1 al 7; 3:11 al 22; Ezequiel 16:23; Oseas 1 (2) al 3). La ética social que admiramos en los profetas tiene su raíz en la justicia del pacto.

     3. Se alejaron de mí. La rebelión que denuncian los profetas no es solo de Israel, sino de todas las naciones (Isaías 10:5 siguientes; Jeremías 46 (47, 48, 49, 50) al 51; Ezequiel 25 (26, 27, 28, 29, 30, 31) al 32; Amós 1 y 2). Dios tiene cuidado de todos los pueblos (Isaías 19:24; Amós 9:7), pero Israel tiene un llamado y por tanto una responsabilidad y una culpa especial (Amós 3:2). Su rebelión ha sido total muestra de infidelidad (Isaías 1:4, 5; 2:6 al 17; 59:1 al 15; Jeremías 2:4 al 13; 5:20 al 31; Ezequiel 16), y se manifiesta en la corrupción religiosa, en la injusticia social y sobre todo en el vano orgullo y jactancia que conduce a la ruina.

     4. Regresarán a Egipto. Dios ejecutará su juicio, es decir, corregirá el mal castigando al culpable, vindicando al justo y estableciendo justicia. Los profetas de los siglos 8 al 6 antes de Cristo ven como juicio divino la catástrofe nacional que se avecina (Isaías 22:14; 30:12 al 14; Jeremías 5:3, 12, 14; Oseas 4:1; Amós 3:1; Miqueas 6:1 siguientes). No es un acto arbitrario de Jehová, pero Israel es conducido de nuevo al cautiverio (de allí la idea del regreso a Egipto) para restaurar la justa relación con Dios.

     5. ¿Cómo te he de abandonar? Para el profeta, aun el juicio inexorable es expresión de la compasión divina (Amós 4:6 al 11). La misericordia (compasión, piedad, GRACIA) es, más que una calidad del pacto, la naturaleza misma de Dios (Isaías 54:7, 8, 10; Jeremías 3:12; 31:3; Oseas 11:8 siguientes).

     6. Haré regresar sus cautivos. El juicio es instrumental y disciplinario (Isaías 1:25; Oseas 2:14 al 23; 5:15; Amós 4:6 al 11). Más allá de su ejecución, Dios se propone mantener un REMANENTE fiel que retoñará para cumplir el propósito divino (Isaías 7:1 siguientes; Ezequiel 27; Amós 9 :8b siguientes). La segunda parte de Isaías lo anuncia como una segunda creación, un segundo éxodo (51:9 al 11). Jeremías discierne un nuevo pacto (Jeremías 31:31 al 34).

     7. Luz para los gentiles. La restauración no puede limitarse a la historia de Israel. Los profetas miran más allá a una consumación, un Día del Señor que abarcará en juicio y gracia a todos los pueblos (Zacarías 14:5 al 9). En esta expectación se inserta el anuncio del Siervo del Señor, quien inaugurará un nuevo día para las naciones (Isaías 49:5, 6; 53:4, 5). Esta es la fe final y el mensaje de los profetas (Isaías 2:2 al 4; Miqueas 4:1 al 3).

Profecías Y Profetas En El Nuevo Testamento

     El mensaje de los profetas halla su cumplimiento en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo (Hechos 3:24); particularmente en los hechos de la pasión (Lucas 24:25 al 27; Hechos 3:18; 1 Corintios 15:3). La predicación a los judíos partía de esa correlación (Hechos 18:28). El Evangelio de Mateo está construido sobre esa base (por ejemplo, 1:22 siguiente; 2:5 siguiente), pero, más que predicciones en detalle, se trata del propósito redentor de Dios anunciado en los profetas y cumplido en Jesucristo (Juan 6:14; 1 Pedro 2:9 siguiente). La promesa del nuevo pacto y del siervo sufriente son los puntos culminantes de esa continuidad.

     En el Nuevo Testamento se conoce y tiene en alta estima el don de profecía y la figura del profeta (1 Corintios 12:10; Efesios 4:11; compárese Hechos 11:27 y Efesios 2:20). Su función parece haber sido anunciar alguna revelación particular recibida de Dios (Hechos 19:6; 21:9; 1 Corintios 11:4 siguiente; etc.), edificar o consolar con ese conocimiento de la voluntad de Dios (1 Corintios 14:1, 3, 5) o predecir un acontecimiento futuro (Mateo 11:13; 15:7; 1 Pedro 1:10).

 

PROFECÍAS del MESÍAS EN ZACARÍAS

Pasaje Profecía Cumplimiento
2:10 al 13 El gobernante en el trono Apo 5:13; 6:9; 21:24 ; 22:1 al 5
38 Un sacerdocio santo Juan 2:19 al 21; Efesios 2:20, 21; 1 Pedro 2:5
6:12, 13 Un sumo sacerdote celestial Cumplimiento en, Hebreos 4:4; 8:1, 2
9:9, 10 El gobernante sobre un pollino Mateo 21:4, 5; Juan 12:15
11:12, 13 El precio de 30 monedas de plata Mateo 26:14, 15
11:13 La plata usada para comprar el campo de un alfarero Mateo 27:9
12:10 Se traspasa el cuerpo del Mesías Juan 19: 34, 37
13:1, 6, 7 Herida del Pastor Salvador y la diseminación de las ovejas Mateo 26:31; Juan 16:32

 

EL MINISTERIO DEL PROFETA

Los siguientes datos son del Apóstol y Profeta Marco Fidel Cruz Martínez.

Lo profético y los profetas son importantes para el fluir del Espíritu. Lo profético de Dios nos ayuda a saber lo que debemos hacer para mantenernos en ese fluir de Dios. Los profetas son importantes, para que junto a los Apóstoles traigan las coberturas y fundamentos necesarios a la iglesia. He aquí algunas características del ministerio y unción profética:

1. Los profetas y su unción derriban reinos demoníacos.

2. Están ungidos para destruir las obras del maligno.

3. Destruye lo carnal, lo pecaminoso y lo demoníaco en la Iglesia.

4. Traen pureza y santificación a la casa del Señor.

5. Traen revelación de la palabra y los propósitos de Dios.

6. Afirman la identidad de cada miembro (del Cuerpo de Cristo)

7. Su unción construye o edifica el Cuerpo (del Cuerpo de Cristo).

8. Desarraigan líderes y sistemas religiosos y sus espíritus babilónicos.

9. Activan en otros el don de la profecía, el espíritu de Profecía y el don del Profeta.

10. La unción Profética planta a los hijos de Dios y los hace florecer en la casa del Señor.

11. Los profetas inician el modelo del oír Su Palabra.

12. Traen confirmación de la Palabra al Espíritu de a Iglesia.

13. Desatan la alabanza y la adoración en el Templo de Dios.

14. Activan los dones de Fe, milagros y sanidades diversas.

15. Consuelan, exhortan y liberan a la Iglesia.

16. Liberan dones y talentos u operaciones del Espíritu Santo.

17. Traen fortaleza y nuevas fuerzas a los creyentes.

18. Traen restauración de la palabra Unción y el Gozo del Espíritu.

19. Desatan el Espíritu o unción de victoria y conquista en la Iglesia

20. Liberan la unción de Guerra Espiritual Estratégica en el pueblo de Dios.

21. A través de sus profetas Dios desata prosperidad financiera.

22. Destruyen la oposición satánica.

23. Liberan el poder de resurrección dado por Cristo Jesús.

24. Traen el fuego del Espíritu a la Iglesia.

25. Acercan al temor a Dios y la Reverencia a su Santísima presencia.