ROMA, CIUDAD Capital y eje de la Roma monárquica, republicana e
imperial ( ROMA, IMPERIO). Se hallaba en la costa occidental de Italia, unos 16
kilómetros al nordeste de la desembocadura del río Tíber.

Tuvo un principio humilde como centro del pequeño reino
romano, pero se fue engrandeciendo a medida que crecían el poder y la extensión
de la nación. Llegó a ser una ciudad magnífica con un conjunto de edificios
públicos quizá nunca igualado en la historia: el espléndido Foro, el Teatro de
Pompeyo, que daba cabida a 40000 personas; el Circo Máximo, que Nerón completó,
donde cabían 150000; el Coliseo, construido por Vespasiano, con lugar para
50000, etc.
Los ricos vivían en casas suntuosas en las colinas de la
ciudad o en las áreas suburbanas. Pero la gran mayoría de los habitantes vivían
apretados en los insulae (grandes edificios multifamiliares) rodeados de calles
angostas, sucias y bulliciosas. En la época de Augusto, la ciudad contaba con
casi un millón de habitantes. De estos, unos 400000 eran esclavos y 300000 eran
ociosos que el gobierno sustentaba con pan y circos. Huelga decir que la
condición social de Roma era anormal y lamentable.
Naturalmente, una ciudad como Roma atraía a gentes de todo el
mundo, y entre ellas había muchos judíos (Hechos 18:2; 28:17). En tiempo de los
macabeos ya había judíos allí y el número aumentó cuando Pompeyo conquistó a
Palestina, pues llevó a Roma muchos cautivos judíos. El número siguió aumentando
hasta alcanzar la cifra de cerca de 30000. Vivían en cuatro barrios y tenían
trece sinagogas: su religión era lícita ante los ojos del gobierno. Algunos eran
celosos en propagar su fe y ganaron PROSÉLITOS de entre los romanos. Los judíos
gozaban del favor de Julio César y Augusto, pero tuvieron dificultades con
Tiberio y Claudio (Hechos 18:1).
Cuando Pablo llegó a Roma en 61 después de Cristo, ya existía
allí una comunidad cristiana (Hechos 28:14s), a la cual tres años antes él había
enviado una carta (ROMANOS). El Nuevo Testamento no informa sobre el origen de
esta comunidad. Antiguamente, los católicos romanos aceptaban la tradición
(atribuida a Jerónimo, 340 al 420) que afirmaba que PEDRO llegó a Roma en 42
después de Cristo, fundó la iglesia allí y fue obispo de ella hasta 67. Hoy en
día, después del notable avance en los estudios bíblicos y arqueológicos, esta
tradición ha sido casi totalmente abandonada.
Se ha conjeturado que, de los judíos romanos que asistieron a
la fiesta de Pentecostés según Hechos 2:10, algunos se convirtieron y llevaron
el mensaje a Roma. Pero quizás la iglesia la fundaron los diversos creyentes que
llegaron a la capital desde otras partes del mundo. Los numerosos saludos de
Romanos 16, enviados antes de que Pablo conociera la ciudad, indican la
movilidad de los creyentes; el versículo 5 sugiere que al menos uno de los
creyentes de Roma había hallado a Cristo en una provincia del imperio.
Por siglos se ha discutido la cuestión de la estadía de PEDRO
en Roma. El Nuevo Testamento solo proporciona datos indirectos al respecto. La
frase la que está en Babilonia, en 1 Pedro 5:13, se ha interpretado en ocasiones
como indicio de que Pedro escribió esta carta desde Roma. Pero otros alegan que
no había razón para emplear términos místicos o crípticos al referirse a Roma en
los saludos, y suponen que Babilonia debe entenderse literalmente.
Hechos 12:17 afirma que en 44 después de Cristo Pedro que
había estado desde el 30 en Jerusalén, se fue a otro lugar desconocido. Con
todo, Hechos 15:6 siguiente, lo coloca de nuevo en Jerusalén (cerca del año 49);
sus actividades posteriores nos son desconocidas. En 58, al escribir su carta a
Roma, Pablo no menciona nada respecto a Pedro. En 61 Pablo llega a Roma, pero en
el relato (Hechos 28) no hay referencia a Pedro (cosa muy extraña si este
hubiera sido obispo de la ciudad). Pablo estuvo en Roma dos años (Hechos 28:30),
durante los cuales escribió cuatro epístolas (Efesios, Colosenses, Filemón, y
Filipenses), en las que no figura Pedro en absoluto. De ahí concluimos que es
sumamente dudoso que Pedro haya llegado a Roma antes de 63 después de Cristo
Sin embargo, los escritos patrísticos del siglo 2 son casi
unánimes en afirmar que Pedro sí llegó a Roma y allí sufrió el martirio. De modo
que, si bien tenemos que rechazar la TRADICIÓN de Jerónimo, también debemos
aceptar esta otra como fidedigna, respaldada por convincentes pruebas
arqueológicas. Es muy probable que tanto Pedro (¿en 64?) como PABLO (¿en 67?)
fueran martirizados en Roma.
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