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Atenas
     Ciudad capital de Ática, en Grecia, situada en el golfo Sarónico, a 74 kilómetros de Corinto y a unos 8 kilómetros de la costa. Tenía una población de por lo menos un cuarto de millón. Era el centro del arte, ciencia y filosofía griegos y era la ciudad universitaria más importante en el mundo antiguo, aun bajo los vaivenes de Roma. Aunque fue conquistada políticamente, conquistó a sus conquistadores con su erudición y cultura.

La unía con su puerto principal, El Pireo, una calle ancha y amurallada. Fue construida en una pequeña llanura alrededor de la Acrópolis, colina de unos 156 metros de alto, donde en tiempos antiguos se edificaban los templos a los dioses. Había en la Acrópolis una estatua de bronce de Atenea (Minerva), de 21.3 metros de alto, y allí estaba el Partenón, considerado el más noble triunfo de la arquitectura griega.

     Atenas era famosa por su devoción a los dioses (Hechos 17:16, 22) y allí había abundancia de templos, estatuas y altares. Todavía no hay confirmación arqueológica de una estatua "al dios no conocido" (Hechos 17:23); sin embargo, un devoto no muy seguro de cuál de los muchos dioses le había ayudado, bien pudo haber edificado semejante altar.

En tiempos del apóstol Pablo se conocía el deseo que tenían los atenienses de oír novedades (Hechos 17:21), pero los pensadores se dividían en dos escuelas de filosofía muy importantes: ESTOICOS y EPICÚREOS . Epicuro fue materialista y casi ateo. Su dios estaba muy retirado de los asuntos humanos y no era el gobernador moral del universo. Para los epicúreos el placer era el sumo bien de la vida. Zenón, fundador de la filosofía estoica (denominada así por haberse originado en los pórticos [en griego, stoa] de Atenas), enseñaba que la virtud y no el placer debía ser el sumo bien. Por su énfasis en la razón como la ley suprema de la vida y su enseñanza del panteísmo, el estoicismo no tenía mucho en común con la doctrina de Pablo.

Pablo visitó la ciudad en su segundo viaje misionero y habló ante un auditorio (AREÓPAGO) interesado pero algo desdeñoso (Hechos 17:18-34; compárese 1 Tesalonicenses 3:1). Les recordó el altar que tenía inscriptas las palabras AL DIOS NO CONOCIDO que había visto él en la ciudad, y declaró que podía contarles de este Dios. Tanto habló de la resurrección que los burladores le acusaron de haberles traído una nueva pareja de dioses: Jesús y Anástasis (resurrección). Logró algunos conversos en la ciudad, pero no existe ningún registro de que hubiera establecido allí una iglesia o de que regresara en otra ocasión.

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