Sinagoga (griego, synagoge, lugar
de reunión). Institución judía para la lectura y exposición de las Sagradas
Escrituras. Se originó tal vez tan tempranamente como durante el exilio
babilónico. Para el tiempo del Nuevo Testamento la sinagoga era una institución
firmemente establecida entre los judíos. En el primer siglo cristiano podían
encontrarse sinagogas por todo el mundo helénico donde había un número
suficiente de judíos como para sostener una. En grandes centros judíos podían
ser numerosas.
Término que se aplica tanto al lugar en que se reunían
los judíos para leer y estudiar las Escrituras, como a la asamblea misma de los
allí reunidos (compárese la gravedad de ser excluido de la sinagoga, Juan 9:22;
12:42; 16:2), tal como nuestro término iglesia se refiere tanto al edificio como
a la congregación. Fuera de laTierra Santa se empleaba otro término, que quería
decir oración. Pero, puesto que en Roma el término sinagoga era el más común, se
adoptó en los diversos idiomas europeos.
Acerca de los orígenes de la sinagoga, los eruditos no
están de acuerdo. Naturalmente, en el judaísmo antiguo se centraba la vida
religiosa en el templo, y no había necesidad de la sinagoga. Más tarde,
especialmente debido a la DISPERSIÓN, surgió la sinagoga en forma paralela con
el templo. Después de la destrucción del templo (70 después de Cristo), la
sinagoga pasó a ocupar el centro de la vida religiosa judía. Hasta aquí todos
están de acuerdo.
Donde difieren las opiniones es en lo que se refiere al
momento y el lugar exactos en que apareció la sinagoga. En términos generales,
hay cuatro teorías acerca del origen de la sinagoga:
1. Puede haber surgido durante el cautiverio en Babilonia,
cuando los judíos, desprovistos de la oportunidad de adorar en el templo y de
ofrecer los sacrificios, se reunían para estudiar sus tradiciones y las
Escrituras.
2. Es posible que la sinagoga
haya surgido durante el período persa, cuando las actividades de
ESCRIBAS como
ESDRAS proveyeron un ambiente propicio para el estudio de las Escrituras,
actividad característica de la sinagoga.
3. Otra posibilidad es que se
haya originado en ALEJANDRÍA, donde los judíos llegaron a contarse en número
considerable.
4. Otros eruditos han
sugerido que la sinagoga haya surgido en la misma Palestina, como supervivencia
de los antiguos centros regionales que cumplían funciones religiosas a la vez
que cívicas.
El propósito principal de la sinagoga no era el culto
público, sino la instrucción en las Sagradas Escrituras. Con cuanta efectividad
la sinagoga, juntamente con la escuela, cumplían este propósito puede verse
(1) en la supervivencia del judaísmo, especialmente durante la
dispersión, a pesar de las presiones de las influencias paganas;
(2) en la naturaleza completamente judía de Galilea en el primer siglo,
cuando en la época de Simón Macabeo había sido mayormente pagana; y
(3) en el conocimiento de las Escrituras que el apóstol Pablo asumía en
sus oyentes en las sinagogas helenistas.
Sea cual fuere su origen, es importante notar la
diferencia entre el culto de ella y el del templo. En la sinagoga no se ofrecían
sacrificios, como en el templo.
Había siempre por lo menos dos oficiales en las
sinagogas, aun cuando en algunas de las sinagogas más grandes pudiera haber más.
El principal de la sinagoga (hebreo, ro’sh ha-keneseth; griego, archisynagogos)
tenía responsabilidad de
(1) el edificio y la propiedad,
(2) la supervisión general del culto público, incluyendo el mantenimiento
del orden (compare Lucas 13:14),
(3) la designación de personas para leer las Escrituras y orar y
(4) la invitación a visitantes para dirigirse a la congregación (Hechos
13:15). Por lo general había sólo un principal para cada sinagoga, pero algunas
sinagogas tenían más (Hechos 13:15).
El ministro o ayudante (hebreo, hazzan; griego,
hyperetes, compare Lucas 4:20) era un oficial asalariado cuyo deber principal
consistía en cuidar el edificio de la sinagoga y su mobiliario, en particular
los rollos de la Escritura. Durante el culto era el hazzan quien traía el rollo
de su cofre y lo entregaba al lector designado.
Al concluir la lectura él también lo volvía a su lugar
(Lucas 4:20). Tenía otros numerosos deberes que incluían enseñar a los niños a
leer, la administración de los azotes y el hacer sonar tres veces la trompeta
desde el techo de la sinagoga para anunciar el principio y el fin del sábado.
La congregación estaba separada, los hombres a un lado
y las mujeres al otro.
Los miembros más prominentes tomaban los primeros
asientos. El servicio comenzaba con el recitado de la confesión de fe judía, el
Shema’ (Deuteronomio 6:4, 5). Esta era precedida y seguida por acciones de
gracias, dos antes y una después del Shema’ matutino, y dos antes y después del
Shema’ vespertino.
Después del Shema’ venía la oración (Tefillah). El
principal de la sinagoga podía pedir a cualquier varón adulto de la congregación
que dijese la oración.
La persona que oraba generalmente estaba de pie ante el
cofre de los rollos de las Escrituras. La forma más antigua de Tefillah
consistía en una serie de atributos o peticiones, cada una concluyendo con la
respuesta antifonal:
"Bendito eres Tú, Oh Señor."
La lección escritural que seguía al Tefillah podía ser
leída por cualquier miembro de la congregación, aun por niños. La única
excepción era en la fiesta
de Purim, cuando no se permitía a un menor leer el libro de Ester. Si había
sacerdotes o levitas presentes en el servicio de adoración se daba a ellos la
precedencia. Los lectores en general estaban en pie cuando leían (compare Lucas
4:16).
Con anterioridad se establecían lecturas prescritas del
Pentateuco para sábados especiales. Para otros sábados el lector mismo escogía
el pasaje, pero más tarde todas las lecturas del Pentateuco llegaron a ser
fijas. Había secciones llamadas sedarim que se establecieron para completar la
lectura del Pentateuco dentro de un tiempo señalado. Los judíos babilónicos
dividieron el Pentateuco en 154 secciones y así completaban su lectura en tres
años, en tanto que los judíos palestinos lo leían por completo una vez al año.
Inmediatamente después de la lectura del Pentateuco seguía una lectura en los
Profetas.
El sermón seguía a la lectura de los profetas (Mateo 4:28; Marcos 1:21; 6:2;
Lucas 4:15; 6:6; 13:10; Juan 6:59; 18:20; Hechos 13:15). El predicador por lo
general lo hacía sentado (Lucas 4:20), pero el relato de Hechos presenta a Pablo
en pie (Hechos 13:16). No había una persona señalada para predicar. Cualquier
adorador competente podía ser invitado por el principal para dar el sermón del
día (Lucas 4:16, 17; Hechos 13:15).
El culto en la sinagoga concluía con una bendición que debía ser pronunciada por
un sacerdote y a la que la congregación respondía con un "amén". Si no había un
sacerdote presente la bendición era sustituida por una oración.
Era importante, no solo para los mayores, sino también para la juventud. Al
parecer, los niños más pequeños comenzaban el aprendizaje en casa de los
maestros, leyendo pequeñas porciones de las Escrituras. Pero tan pronto como
estaban listos para leer los textos más extensos, pasaban a estudiar en la
sinagoga, quizás en una habitación contigua. Allí aprendían a leer las
Escrituras en voz alta, para poder participar individualmente como lectores
públicos en los cultos, y aprendían además la interpretación esencial de los
pasajes.
En cuanto al lugar de las mujeres en el culto de la sinagoga, aunque esto no
está probado, al principio al parecer estaban excluidas. Sin una asistencia
mínima de diez hombres, el núcleo de adoradores judíos tenía que reunirse a la
orilla de un río (Hechos 16:13). Más tarde se introdujeron divisiones dentro de
los edificios, para que las mujeres asistieran sin mezclarse con los hombres. En
esto se reflejaba quizás el deseo de imitar al templo, fenómeno que fue
apareciendo según la institución de la sinagoga cobró fuerza, y el partido de
los FARISEOS fue imponiéndose por encima del de los
SADUCEOS. Frente a esta
tendencia visible tanto en la arquitectura como en la liturgia, los elementos
más conservadores de Jerusalén respondieron con una oposición decidida. Esto dio
origen a reglas sobre la construcción de las sinagogas, que, por ejemplo,
prohibían imitar la arquitectura del templo. Pero la posición de los
conservadores estaba destinada al fracaso, pues con la destrucción del templo la
sinagoga quedó como único centro religioso de un judaísmo cada vez más disperso.
En los grandes centros de población (por ejemplo, Jerusalén, Hechos 6:9, y Roma,
donde los arqueólogos han hallado 13 sinagogas) varias agrupaciones de judíos
montaron independientemente sus sinagogas.
La sinagoga era una institución laica. Ni los jefes (Hechos 13:15), ni su
presidente el PRINCIPAL (en griego, arjisynagogos), eran sacerdotes o fariseos
necesariamente. Tampoco lo era el MINISTRO (en griego, hypéretes), que velaba
por el orden del culto (Lucas 4:20). La lectura y la explicación de las
porciones asignadas de la Ley y de los profetas (compárese Lucas 4:16 al 20;
Hechos 13:14 al 48) no eran prerrogativa de ningún partido religioso. Cuando los
cristianos primitivos celebraban sus cultos, una de las mayores influencias fue
la liturgia de la sinagoga.
Como centro de propaganda monoteísta, la sinagoga difundía las ideas del Antiguo
Testamento y creó un grupo de PROSÉLITOS y semiprosélitos (TEMOR de Dios) que
resultó ser un campo fértil para la evangelización.
Pablo y otros misioneros solían dirigirse primero a la sinagoga de la ciudad
donde querían establecer la iglesia de Cristo (por ejemplo, Hechos 13:5).
En el mensaje de Juan en Apocalipsis capítulo 2, la ciudad de Esmirna contó con
una colonia grande y agresiva de judíos, cuya hostilidad contra los cristianos
les ganó el apodo "sinagoga de Satanás".
La forma de adoración de la sinagoga fue adoptada por la religión cristiana y la
musulmana, y en sus líneas generales aún se encuentra hoy en lugares judíos de
culto.
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