Hormiga, Datos Científicos
Los formícidos (Formicidae), conocidos comúnmente como hormigas, son una familia
de insectos eusociales que, como las avispas y las abejas, pertenecen al orden
de los himenópteros. Las hormigas evolucionaron de antepasados similares a una
avispa a mediados del Cretáceo, hace entre 110 y 130 millones de años,
diversificándose tras la expansión de las plantas con flor por el mundo. Son uno
de los grupos zoológicos de mayor éxito, con cerca de 14000 especies descritas,
aunque se estima que pueden ser más de 22000. Se identifican fácilmente por sus
antenas en ángulo y su estructura en tres secciones con una estrecha cintura. La
rama de la entomología que las estudia se denomina mirmecología.
Forman colonias de un tamaño que se extiende desde unas docenas de individuos
predadores que viven en pequeñas cavidades naturales, a colonias muy organizadas
que pueden ocupar grandes territorios compuestas por millones de individuos.
Estas grandes colonias consisten sobre todo en hembras estériles sin alas que
forman castas de "obreras", "soldados" y otros grupos especializados. Las
colonias de hormigas también cuentan con algunos machos fértiles y una o varias
hembras fértiles llamadas "reinas". Estas colonias son descritas como
superorganismos, dado que las hormigas parecen actuar como una entidad única,
trabajando colectivamente en apoyo de la colonia.
Han colonizado casi todas las zonas terrestres del planeta; los únicos lugares
que carecen de hormigas indígenas son la Antártida y algunas islas remotas o
inhóspitas. Las hormigas prosperan en la mayor parte de estos ecosistemas y se
calcula que pueden formar el 15 a 25% de la biomasa de los animales terrestres.
Se estima que hay entre mil billones (1015) y diez mil billones (1016) de
hormigas viviendo sobre la Tierra. Se considera que su éxito en tantos entornos
se debe a su organización social y a su capacidad para modificar hábitats, a su
aprovechamiento de los recursos y a su capacidad de defensa. Su prolongada
coevolución con otras especies las ha llevado a desarrollar relaciones
miméticas, comensales, parásitas y mutualistas.
Sus sociedades se caracterizan por la división del trabajo, la comunicación
entre individuos y la capacidad de resolver problemas complejos. Estos
paralelismos con las sociedades humanas han sido durante mucho tiempo fuente de
inspiración y objeto de numerosos estudios.
Muchas culturas humanas las utilizan como alimento, medicina y como objeto de
rituales. Algunas especies son muy valoradas en su papel de agentes de control
biológico. Sin embargo, su capacidad de explotar recursos provoca que las
hormigas entren en conflicto con los humanos, puesto que pueden dañar cultivos e
invadir edificios. Algunas especies, como las hormigas de fuego (género
Solenopsis), son consideradas especies invasoras, ya que se han establecido en
nuevas áreas donde han sido introducidas casualmente.
Etimología
La palabra "hormiga" aparece por primera vez en el siglo 19 y deriva de la
palabra latina formīca, que tiene el mismo significado. Tiene el mismo origen
que las palabras correspondientes en otras lenguas romances, como por ejemplo
formiga (portugués, catalán y gallego), fourmi (francés) y formica (italiano).
El nombre de la familia, Formicidae, también deriva del latín formíca.
Distribución y diversidad
Habitan en todos los continentes excepto la Antártida y algunas grandes islas,
como Groenlandia, Islandia y partes de Polinesia. Las islas hawaianas también
carecen de especies de hormigas nativas. Ocupan una gran variedad de nichos
ecológicos y son capaces de explotar una amplia gama de recursos alimenticios
actuando como herbívoras directas o indirectas, depredadoras y carroñeras. La
mayor parte de las especies son omnívoras generalistas pero algunas se alimentan
de forma especializada. Se estima que hay entre mil billones (10) y diez mil
billones (1016) de hormigas viviendo sobre la Tierra. Su dominio ecológico se
puede medir por su biomasa: estimaciones realizadas en distintos entornos
indican que representan por término medio el 15 a 20% del total de la biomasa de
los animales terrestres, que se eleva a casi el 25 % en la zona tropical. De
acuerdo con estas estimaciones, la biomasa de todas las hormigas existentes en
el mundo sería similar a la biomasa total de todos los seres humanos.
Su rango de tamaño varía entre 0,75 y 52 milémetros. La extinta Titanomyrma
giganteum es la hormiga gigante de mayor tamaño de la que se tiene conocimiento,
mayor incluso que las del género Dorylus, las mayores hormigas gigantes
existentes en la actualidad, de unos 5 cm de longitud, que viven en África
Oriental y Central, el registro fósil indica que los machos medían unos 3 cm,
pero las reinas alcanzaban los 6 cm, con una envergadura de unos 15 cm.
Su color también varía; la mayoría son rojas o negras, el verde es menos
habitual, y algunas especies tropicales tienen un tono metálico. Actualmente se
conocen cerca de 14000 especies, aunque se estima que pueden ser más de 22000,
con la mayor diversidad localizada en la zona tropical. Los estudios taxonómicos
continúan desarrollando su clasificación y sistemática, y las bases de datos en
línea de especies de hormigas, incluidas AntBase e Hymenoptera Name Server,
ayudan a seguir la pista de las especies conocidas y de las descritas más
recientemente. La relativa facilidad con la que se pueden recoger especímenes y
estudiar las hormigas en los distintos ecosistemas, las ha hecho muy útiles como
especie indicadora en estudios de biodiversidad.
Morfología
Tienen unas características morfológicas distintas de otros insectos, como las
antenas en codo, glándulas metapleurales y una fuerte constricción de su segundo
segmento abdominal en un peciolo en forma de nodo.
La cabeza, mesosoma (el tórax más el primer segmento abdominal, fusionado a
éste) y metasoma o gáster (el abdomen menos los segmentos abdominales del
peciolo) son sus tres segmentos corporales claramente diferenciados. El peciolo
forma una cintura estrecha entre su mesosoma y el gáster. El peciolo puede estar
formado por uno o dos nodos (solo el segundo, o el segundo y tercer segmento
abdominal) Como el resto de los insectos, las hormigas cuentan con exoesqueleto,
una cobertura exterior que sirve de carcasa protectora alrededor del cuerpo y de
punto de anclaje para los músculos, en contraste con el endoesqueleto de los
humanos y otros vertebrados. Los insectos no tienen pulmones; el oxígeno y otros
gases como el dióxido de carbono atraviesan el exoesqueleto a través de unas
minúsculas válvulas llamadas espiráculos. Los insectos también carecen de vasos
sanguíneos cerrados (sistema circulatorio abierto); en cambio, tienen un tubo
perforado, largo y delgado (denominado "aorta dorsal"), que se extiende por la
parte superior del cuerpo y que hace las funciones de corazón y bombea hemolinfa
hacia la cabeza, gobernando así la circulación de los fluidos internos. El
sistema nervioso se compone de un cordón nervioso ventral que se extiende a lo
largo del cuerpo, con varios ganglios y ramas que llegan a los extremos de los
apéndices.
La cabeza de una hormiga contiene muchos órganos sensoriales. Como la mayor
parte de insectos, tienen ojos compuestos formados por numerosas lentes
minúsculas unidas. Sus ojos son adecuados para detectar movimiento, pero no
ofrecen una gran resolución. También tienen tres pequeños ocelos (ojos simples)
en la parte superior de la cabeza, que detectan el nivel lumínico y la
polarización de la luz. En comparación con los vertebrados, la mayoría tienen
una visión pobre o mediocre, y algunas especies subterráneas son completamente
ciegas. Sin embargo, otras especies, como la hormiga bulldog australiana, tienen
una vista excepcional. También en la cabeza cuentan con dos antenas, órganos con
los que pueden detectar sustancias químicas, corrientes de aire y vibraciones y
sirven a su vez para transmitir y recibir señales por medio del tacto. Disponen
de dos fuertes mandíbulas, que usan para transportar alimentos, manipular
objetos, construir nidos y para defenderse. Algunas especies tienen una cámara
intrabucal, una especie de pequeño bolsillo que almacena alimento, para después
pasárselo a otras hormigas o a las larvas.
Sus seis patas están ancladas al mesosoma (tórax). Una garra ganchuda situada al
final de cada pata ayuda al animal a escalar y a engancharse a varios tipos de
superficies. Solo las hormigas reproductoras, reinas y machos tienen alas; las
reinas las pierden después del vuelo nupcial, dejando unas marcas visibles que
son un rasgo distintivo de las reinas. Sin embargo, en algunas especies las
reinas y los machos tampoco tienen alas.
El metasoma (abdomen) de las hormigas alberga órganos internos importantes,
incluidos los del sistema reproductor, respiratorio (tráquea) y excretor. Las
obreras de muchas especies tienen el ovipositor modificado en un aguijón que
usan para someter a las presas y defender sus nidos.
Polimorfismo
En las colonias de algunas especies hay castas físicas (con obreras de
diferentes clases según el tamaño, denominadas obreras menores, medias y
mayores), las más grandes suelen ayudar a los soldados siendo "cazadoras" como
en la hormiga bulldog. Son denominados a veces hormigas "soldados" porque sus
mandíbulas más potentes las hacen más eficaces en el combate.8 En algunas
especies no existen las medianas y se aprecia una gran diferencia entre las
menores y las mayores. Las hormigas tejedoras (género Oecophylla), por ejemplo,
tienen una marcada distribución de tamaño bimodal y otras son monomorfas, es
decir todos los miembros son parecidos o iguales en forma y no tienen soldados
por su genética. Otras especies presentan una variación continua en el tamaño de
las obreras. Las obreras más pequeñas de la especie Pheidologeton diversus
tienen un peso en seco 500 veces inferior al de sus compañeras de mayor tamaño.
Las obreras no pueden aparearse; sin embargo, debido al sistema haplodiploide de
determinación sexual de las hormigas, las obreras de ciertas especies pueden
poner huevos no fertilizados que resultan en machos haploides completamente
fértiles. El papel de las obreras puede cambiar con la edad y, en algunas
especies como las llamadas hormigas melíferas (género Myrmecocystus), un cierto
número de obreras jóvenes son alimentadas hasta que su gáster se hincha de forma
desproporcionada y sirven como auténticos depósitos vivientes de alimento.
Inicialmente se creyó que este polimorfismo en la morfología y el comportamiento
de las obreras estaba determinado por factores ambientales, como la nutrición o
la acción de las hormonas, que conducían a diferentes tipos de desarrollo; sin
embargo, se han detectado diferencias genéticas entre las castas obreras en
especies del género Acromyrmex.
Estos polimorfismos son causados por cambios genéticos relativamente pequeños;
las diferencias en un único gen de Solenopsis invicta pueden determinar si la
colonia tendrá una o varias reinas. La especie australiana Myrmecia pilosula
tiene un único par de cromosomas (los machos, en su condición de haploides, solo
tienen un cromosoma); esto representa el número de cromosomas más bajo conocido
en el mundo animal, lo que las convierte en un interesante tema de estudio en la
genética y la biología del desarrollo de los insectos sociales.
Desarrollo y reproducción
La vida de una hormiga comienza a partir de un huevo. Si éste es fertilizado,
nacerá una hembra (diploide); si no, será un macho (haploide). Este tipo de
reproducción, característico de los himenópteros, se llama haplodiploidía.
Los formícidos son insectos holometábolos, esto es, que se desarrollan por
metamorfosis completa, característica de los insectos más desarrollados, en la
que el estadio larval pasa por un estadio pupal antes de transformarse en imago.
La larva permanece prácticamente inmóvil y es alimentada y cuidada por las
obreras. A las larvas se les suministra alimento por trofalaxis, un proceso por
el cual una hormiga regurgita la comida líquida almacenada en su buche. Los
adultos también comparten de este modo los alimentos almacenados dentro del que
podemos denominar "estómago social". Las larvas también pueden recibir alimentos
sólidos, como por ejemplo huevos tróficos (no fecundados), trozos de presas,
semillas traídas por obreras recolectoras o, en el caso de algunas especies,
incluso pueden ser transportadas directamente hasta una presa capturada.
Las larvas pasan una serie de mudas y alcanzan el estadio pupal. La pupa tiene
los miembros libres, no unidos al cuerpo como en las crisálidas de mariposa. En
algunas especies la diferenciación entre reinas y obreras (ambas son hembras), y
entre las diferentes castas de obreras, está influida por la alimentación que
reciben las larvas. Las influencias genéticas y el polifenismo por el ambiente
de desarrollo son complejos y la determinación de castas sigue siendo objeto de
investigación. Los machos con alas emergen de las pupas junto con las hembras
fértiles, también aladas, aunque algunas especies, como las hormigas guerreras,
tienen reinas sin alas. Las larvas y las pupas tienen que permanecer a
temperatura relativamente constante para asegurar un desarrollo adecuado, por lo
que son trasladadas a menudo de una cámara de cría a otra dentro de la colonia.
Una nueva obrera pasa los primeros días de su vida adulta cuidando de la reina y
de las crías.
Posteriormente es promovida a tareas de excavación y de mantenimiento del
hormiguero y, más adelante, a defender el hormiguero y recolectar alimento.
Estos cambios pueden ser bastante repentinos, y definen lo que se denomina
castas temporales. Una posible explicación de esta secuencia son las numerosas
bajas que se producen durante la recolección, por lo que resulta un riesgo solo
aceptable para las hormigas más viejas, que probablemente morirían pronto de
causas naturales.
La mayoría de las especies tienen un sistema en que solo la reina y las hembras
fértiles tienen la capacidad de aparearse. Contrariamente a la creencia popular,
algunos hormigueros tienen múltiples reinas, mientras que otros pueden existir
sin reinas. En colonias sin reinas, hay obreras con la capacidad de
reproducirse; esas obreras reciben el nombre de "gamergates" y las colonias que
carecen de reina se conocen como colonias gamergates. La mayor parte de las
reinas son las únicas hembras que son fértiles y no todas las hormigas macho son
fértiles, las hormigas machos estériles o guerreras se encargan de defender la
colonia o conquistar otras.
Los machos alados también pueden aparearse con reinas de otras colonias; cuando
se introduce en una colonia ajena, el macho es atacado por las obreras, pero
entonces libera una feromona de apareamiento y, al ser reconocido como amigo, se
le llevará ante la reina para aparearse. Los machos también pueden patrullar el
nido y luchar contra otros atacándoles con sus mandíbulas, perforando su
exoesqueleto y luego marcándolos con una feromona; el macho marcado se
identifica entonces como un invasor por las hormigas obreras y lo matan.
La mayoría de las especies de hormigas son univoltinas, y producen una nueva
generación cada año. Durante el periodo de apareamiento, que varía dependiendo
de la especie, los machos y hembras alados salen al exterior (generalmente los
machos lo hacen antes que las hembras) en el llamado vuelo nupcial. Los machos
utilizan señales visuales para buscar un lugar de apareamiento común donde
convergen otros machos, entonces secretan unas feromonas para que acudan las
hembras. Las hembras de algunas especies se aparean con un solo macho, pero las
de otras lo hacen con varios machos. Las hembras que se han apareado buscan
después un lugar adecuado para empezar una nueva colonia; allí se arrancan las
alas y empiezan a poner los huevos y a cuidarlos. Las hembras almacenan el
esperma que obtienen durante su vuelo nupcial para fertilizar de manera
selectiva los futuros huevos.
Las primeras obreras que nacen son débiles y más pequeñas que las que nacen
con posterioridad, pero empiezan a servir a la colonia inmediatamente; amplían
el hormiguero, buscan alimentos y cuidan de los otros huevos. En la mayoría de
las especies, es así como se forman las colonias. En las especies que tienen
varias reinas, una de ellas puede abandonar el hormiguero, junto con algunas
obreras, para fundar una nueva colonia en otro lugar.
Se han descrito una gran variedad de estrategias reproductivas en distintas
especies de hormigas. Se sabe que las hembras de algunas especies tienen la
capacidad de reproducirse asexuadamente por partenogénesis telitoquia, y una
especie, Mycocepurus smithii, está compuesta solo por hembras.
Las colonias de hormigas pueden ser longevas. Las reinas pueden vivir hasta
treinta años, mientras que las obreras viven entre uno y tres. Los machos, sin
embargo, tienen una vida más efímera, y solo viven unas pocas semanas. Se estima
que las hormigas reina viven hasta cien veces más que los insectos solitarios de
un tamaño similar.
Permanecen activas a lo largo de todo el año en la zona tropical, pero, en
regiones más frías, sobreviven el invierno en un estado de dormancia o
inactividad. Las formas de inactividad son variadas y algunas especies de zonas
templadas tienen larvas que entran en estado inactivo (diapausa), mientras que
otras, solo son los adultos los que pasan el invierno en un estado de actividad
reducida.
Comportamiento y ecología
Comunicación
Las hormigas se comunican entre ellas por medio de feromonas. Estas señales
químicas están más desarrolladas en los formícidos que en otros grupos de
himenópteros. Como otros insectos, las hormigas perciben olores con sus largas y
delgadas antenas móviles, que ofrecen además información sobre la dirección y la
intensidad de los olores. Dado que la mayoría viven en tierra, usan la
superficie del suelo para dejar rastros de feromonas que las otras hormigas
pueden seguir. En las especies que recolectan en grupos, un recolector que
encuentra alimento deja un rastro cuando vuelve al hormiguero; las demás siguen
este rastro, y después lo refuerzan cuando vuelven a la colonia con alimentos.
Cuando se agota la fuente de alimento ya no van dejando el rastro, y las
feromonas se disipan lentamente. Este comportamiento les ayuda a adaptarse a los
cambios en su ambiente. Por ejemplo, cuando un camino establecido hacia una
fuente de alimento queda bloqueado por un obstáculo, las recolectoras lo
abandonan para explorar nuevas rutas. Si una hormiga tiene éxito, deja un nuevo
rastro durante su regreso para marcar la ruta más corta. Las mejores rutas son
seguidas por más hormigas, reforzando el rastro y encontrando de manera gradual
el mejor camino.
Las hormigas no usan las feromonas solo para dejar rastros. Por ejemplo, una
hormiga aplastada libera una feromona de alarma que lleva a las que se
encuentren en las proximidades a un frenesí atacante y atrae a más hormigas de
otros lugares. Algunas especies incluso usan "feromonas de propaganda" para
confundir a las especies enemigas y hacerlas luchar entre sí. Las feromonas son
producidas por una gran variedad de estructuras, como la glándula de Dufour, las
glándulas venenosas y las del intestino posterior, el pigidio, el recto, el
esternón y la tibia posterior.
Las feromonas también pueden ser intercambiadas cuando se mezclan con la
comida y son traspasadas por trofalaxia, acción que permite transmitir
información dentro de la colonia. Esto también les permite determinar a qué
grupo de trabajo (por ejemplo, recolección o mantenimiento del hormiguero)
pertenecen los otros miembros de la colonia. En las especies con castas de
reinas, las obreras empiezan a criar nuevas reinas en la colonia cuando la reina
dominante deja de producir una feromona específica.
Algunas hormigas producen sonidos por medio de estridulación (haciendo rozar dos
partes del cuerpo), utilizando los segmentos del gáster y las mandíbulas. Los
sonidos pueden servir para comunicarse con miembros de la colonia o con otras
especies.
Defensa
Las hormigas atacan y se defienden mordiendo y, en muchas especies, picando
(solo unas pocas especies poseen aguijón propiamente dicho), a menudo inyectando
o rociando productos químicos como el ácido fórmico. Se considera que Paraponera
clavata, originaria de América Central y América del Sur, tiene la picadura más
dolorosa de cualquier insecto, aunque generalmente no suele resultar fatal para
los humanos, y recibe la puntuación más alta en el Schmidt Sting Pain Index. La
picadura de la especie Myrmecia pilosula puede llegar a ser letal, pero se ha
desarrollado un antisuero. Las hormigas del género Solenopsis son las únicas que
tienen un saco de veneno que contiene alcaloides de piperidina. Sus picaduras
son dolorosas y pueden ser peligrosas para las personas hipersensibles.
Las hormigas del género Odontomachus están equipadas con unas mandíbulas
llamadas "mandíbulas-trampa", que se cierran más rápido que cualquier otro
apéndice predador del reino animal. Un estudio sobre la especie Odontomachus
bauri registró velocidades de entre 126 y 230 km/h, con las mandíbulas
cerrándose en 130 microsegundos de media. También se comprobó que estas hormigas
usaban sus mandíbulas como una catapulta para expulsar intrusos o para lanzarse
ellas mismas hacia atrás para evitar una amenaza. Antes de golpear, la hormiga
abre al máximo las mandíbulas y quedan trabadas en esa posición gracias a un
mecanismo interno. La energía se almacena en un grueso grupo de músculos y se
libera de forma explosiva por la estimulación de unos pelos sensoriales en su
interior. Las mandíbulas también permiten movimientos lentos y precisos cuando
hay que desarrollar otras tareas como el cuidado de las larvas. Las
"mandíbulas-trampa" también se encuentran en los géneros Anochetus,
Orectognathus y Strumigenys, así como en algunos miembros de la tribu Dacetini,
en lo que es un ejemplo de evolución convergente.
Una especie de hormiga malaya de la superespecie Camponotus cylindricus ha
ampliado las glándulas mandibulares que se extienden en su gaster. Cuando se les
molesta, las obreras rompen la membrana del gaster, causando un estallido de
secreciones que contienen acetofenonas y otros productos químicos que
inmovilizan a pequeños insectos atacantes. A causa de esta acción, la obrera
muere. La defensa suicida de obreras también se ha registrado en la hormiga
brasileña Forelius pusillus donde un pequeño grupo de hormigas abandona la
seguridad del nido después de sellar la entrada exterior cada tarde.
Además de defenderse de los depredadores, tienen que proteger sus colonias de
los patógenos. Algunas hormigas obreras se encargan de la higiene de la colonia,
y entre sus actividades se incluye eliminar los cadáveres de compañeras muertas
(necroforesis). En la especie Atta mexicana se ha identificado el ácido oleico
como el compuesto liberado por las hormigas muertas que provoca este
comportamiento necrofórico, mientras las obreras de Linepithema humile
reaccionan a la ausencia de compuestos químicos característicos (dolichodial e
iridomyrmecin) presentes en la cutícula de sus compañeras de nido vivas.
En las hormigas, las diferentes castas tienen diferentes umbrales de
respuesta a olores particulares, lo cual podría deberse a un diferente número y
distribución de las neuronas receptoras a olores en las antenas. La sensibilidad
al ácido oleico liberado de los cadáveres es casta-específico: los soldados de
Atta mexicana no son sensibles a las señales de muerte, es decir, el ácido
oleico, pero sí responden a las feromonas de alarma.
La elaborada arquitectura del hormiguero las protege de amenazas naturales como
por ejemplo las inundaciones y el sobrecalentamiento. Un caso muy curioso es el
de las obreras de Cataulacus muticus, una especie arborícola que vive en los
huecos de los troncos, que combaten las inundaciones bebiendo agua dentro del
nido y expulsándola al exterior. La pequeña Camponotus anderseni, que construye
sus nidos en cavidades de los árboles de los manglares, se ha adaptado de una
forma notable a las inundaciones provocadas por las mareas; bloquean la entrada
al nido con la cabeza de un soldado y evitan la entrada del agua, y ante la
falta de aire puro y el incremento de Dióxido de carbono en el nido, pueden
sobrevivir bajo el agua cambiando a una respiración anaeróbica.
Aprendizaje
Muchos animales pueden aprender comportamientos por imitación, pero es posible
que las hormigas sean el único grupo, aparte de los mamíferos, en que se ha
observado una enseñanza interactiva. Una recolectora experimentada de
Temnothorax albipennis conduce a una compañera inexperta a una fuente de
alimento recientemente descubierta por medio del proceso extremadamente lento
del llamado "reclutamiento en tándem". La hormiga "alumna" obtiene conocimientos
de su "tutora". Tanto la tutora como la alumna reconocen como va el progreso de
su compañera, haciendo que la tutora vaya más lenta cuando la alumna se queda
atrás, y que acelere cuando la alumna se acerca demasiado.
Experimentos controlados con colonias de Cerapachys biroi sugieren que los
individuos pueden elegir su papel en el hormiguero basándose en su experiencia
anterior. Una generación entera de obreras idénticas fue dividida en dos grupos
en los cuales se controló el éxito en la recolección de alimento. Un grupo era
recompensado continuamente con presas, mientras que al otro siempre se lo hacía
fracasar.
Como resultado, los miembros del grupo con éxito intensificaron su actividad
recolectora mientras que el grupo sin éxito salía cada vez menos del nido. Un
mes más tarde, los recolectores con éxito continuaban con su papel, mientras que
el resto había cambiado para especializarse en el cuidado de las crías.
Construcción de colonias
Muchas especies construyen hormigueros complejos, pero otras son nómadas y no
crean estructuras permanentes. Pueden construir colonias subterráneas o
construirlas en árboles y otras estructuras naturales o artificiales. Estos
nidos pueden encontrarse bajo tierra, bajo piedras o troncos, en el interior de
troncos, tallos huecos o incluso bellotas. Los materiales que utilizan para
construir el hormiguero generalmente incluyen tierra y materia vegetal. Eligen
cuidadosamente el lugar donde construir la colonia; Temnothorax albipennis evita
los lugares con hormigas muertas, puesto que esto puede indicar la presencia de
parásitos o enfermedades. A la primera señal de amenaza abandonan rápidamente
las colonias ya establecidas.
Las hormigas legionarias de América del Sur y las hormigas viajeras de África
(género Dorylus) no construyen hormigueros permanentes, sino que van alternando
el nomadismo con etapas en que las obreras forman un nido temporal. Las obreras
utilizan sus propios cuerpos sujetándose unas a otras, creando así la estructura
del nido para proteger a la reina y a las larvas, y lo deshacen posteriormente
cuando continúan con su viaje.
Las obreras de las hormigas tejedoras construyen nidos en los árboles uniendo
hojas; primero las sujetan por medio de "puentes" de obreras y después hacen que
las larvas produzcan seda mientras las mueven por los bordes de las hojas. Se
han observado métodos de construcción similares en algunas especies de
Polyrhachis.
Alimentación
La mayor parte de las hormigas son depredadoras generalistas, carroñeras o
herbívoras directas o indirectas, pero algunas especies han evolucionado hacia
una especialización en los modos de obtener alimentos.
Las hormigas cortadoras de hojas (Atta y Acromyrmex) se alimentan exclusivamente
de un hongo que solo crece dentro de sus colonias. Recogen continuamente hojas
que después llevan a la colonia, las cortan en trozos pequeños y las ponen en
jardines de hongos.
Las obreras se especializan en tareas según su tamaño; las más grandes
cortan tallos, las medianas mastican las hojas y las más pequeñas cuidan de los
hongos. Estas hormigas son lo bastante sensibles como para reconocer la reacción
de los hongos ante diferentes tipos de vegetales, aparentemente detectando
señales químicas de los hongos. Si un determinado tipo de hoja es tóxico para el
hongo, la colonia ya no recogerá más. Las hormigas se alimentan de unas
estructuras producidas por los hongos denominadas gongylidia. Unas bacterias
simbióticas que se encuentran en la superficie exterior de las hormigas producen
unos antibióticos que eliminan las bacterias que podrían dañar los hongos.
En la especie Leptanilla swani (subfamilia Leptanillinae) la larva alimenta con
su propia hemolinfa a la reina mediante glándulas especializadas situadas en su
protórax y el tercer segmento abdominal. Este comportamiento es similar al de
Adetomyrma venatrix (no relacionada con la anterior), una rara y primitiva
especie endémica de Madagascar, conocida como hormiga vampiro u hormiga Drácula,
debido a que, en lugar de que las larvas regurgiten alimento como es habitual en
la mayor parte de las especies, las obreras y las reinas muerden y perforan la
piel de las larvas para alimentarse de los fluidos de su cuerpo. Esta
sorprendente forma de alimentarse no causa la muerte de la larva, por lo que se
denomina "canibalismo no destructivo".
Sueño
Un estudio realizado en conjunto con las universidades Del Sur de la Florida y
la de Texas en Arlington, EE. UU. investigaron patrones de sueño en las hormigas
de fuego. Debido a que esta especie en general, vive bajo tierra, los
investigadores esperan que sus patrones de sueño no sean influenciados por el
sol.
Las reinas duermen 90 veces con un total de nueve horas al día, incluso podrían
soñar, mientras las obreras tienen unas 250 siestas por un periodo de alrededor
de un minuto (4,3 horas al día), esto lo hacen para proteger y servir a la
colonia.
Esta división de descanso puede ayudar a explicar por qué las reinas viven
durante 9 años, en algunas especies llegan a un máximo de 45 años, mientras que
las obreras normalmente sólo 6 meses.
Orientación
Las hormigas recolectoras recorren distancias de hasta 200 metros desde su nido,
y encuentran el camino de regreso, incluso en la oscuridad, gracias a los
rastros de olor que van dejando. En las regiones calurosas y áridas las hormigas
que salen de día corren el peligro de morir por desecación, de forma que la
capacidad de encontrar con mayor rapidez el camino de regreso reduce este
riesgo. Así, hormigas diurnas de zonas desérticas del género Cataglyphis, como
Cataglyphis bicolor, que habita en el desierto del Sahara, se orienta recordando
la dirección y la distancia que ha recorrido.
Para medir la distancia recorrida utilizan una especie de podómetro interno que
lleva la cuenta de los pasos realizados, y también evaluando el movimiento de
los objetos en su campo visual, y para la dirección toman como referencia la
posición del Sol, integran esta información para encontrar la ruta de retorno
más corta posible hasta el nido. Como todas las hormigas, también hacen uso de
referencias visuales cuando están disponibles, y utilizan otras señales táctiles
y olfativas para orientarse. Algunas especies son capaces de utilizar el campo
magnético terrestre para orientarse. Sus ojos compuestos tienen células
especializadas que detectan la luz polarizada del Sol, que usan para determinar
la dirección, estos detectores de polarización son sensibles a la región
ultravioleta del espectro luminoso. En algunas especies de hormigas soldado, un
grupo de forrajeras que se separen de la columna principal pueden girarse hasta
que la primera hormiga de la fila se une a la última y forman un círculo; de
esta forma las obreras siguen girando indefinidamente hasta que mueren por
agotamiento.
Locomoción
Las obreras no tienen alas y las hembras fértiles las pierden tras el vuelo
nupcial para fundar su propia colonia. Por lo tanto, a diferencia de sus
antepasados véspidos, la mayoría de hormigas se desplazan andando. Algunas
especies son capaces de saltar; por ejemplo, Harpegnathos saltator es capaz de
efectuar un salto sincronizando la acción de sus pares de patas medio y
posterior. Existen también otras especies, como la Cephalotes atratus, llamadas
hormigas "planeadoras" (este suele ser un rasgo común en la mayoría de hormigas
arborícolas). Las hormigas con esta habilidad son capaces de controlar la
dirección de su descenso mientras caen.
Algunas especies pueden formar cadenas para pasar sobre zonas de agua,
deslizarse bajo tierra, o a través de espacios entre la vegetación. Otras llegan
incluso a crear balsas flotantes que les permiten sobrevivir a las inundaciones.
Estas balsas pueden desempeñar un papel importante, dado que permiten a las
hormigas colonizar islas. Polyrhachis sokolova, una especie de hormiga que se
encuentra en los manglares australianos, puede nadar y vivir en colonias
subacuáticas. Como no tienen branquias, estas hormigas respiran gracias a bolsas
de aire atrapadas en los hormigueros sumergidos.
Cooperación y competencia
No todos los formícidos forman el mismo tipo de sociedades. Las hormigas buldog
u hormigas gigantes australianas (género Myrmecia) son unas de las más grandes y
basales (primitivas). Como prácticamente todas las hormigas, son eusociales,
pero su comportamiento social está poco desarrollado en comparación con otras
especies. Cada individuo caza solo, utilizando sus grandes ojos en lugar de sus
sentidos químicos para encontrar sus presas.
Algunas especies (como Tetramorium caespitum) atacan y capturan colonias de
hormigas vecinas. Otras son menos expansionistas pero igual de agresivas;
invaden colonias para robar huevos o larvas, que luego comen o bien crían como
obreras esclavas. Entre las que efectúan razias, hay algunas muy especializadas,
como por ejemplo las hormigas amazonas (Polyergus), que son incapaces de
alimentarse por sí mismas y necesitan obreras capturadas para sobrevivir. Las
obreras capturadas de las especies esclavizadas Temnothorax han desarrollado una
estrategia contraria, y llegan a destruir hasta las dos terceras partes de las
pupas hembras de la especie esclavista Protomognathus americanus, aunque
perdonan a los machos (que no participan en las razias de asalto cuando son
adultos).
Las hormigas identifican a sus compañeras de colonia por su olor, que proviene
de las secreciones de hidrocarburos que cubren su exoesqueleto. Si una hormiga
se separa de su colonia original, acaba por perder el olor de su colonia.
Cualquier hormiga que entre en un hormiguero sin tener un olor coincidente será
atacada.
Algunas especies parásitas entran en las colonias de las hormigas hospedantes y
se establecen como parásitos sociales; especies como Strumigenys xenos son
totalmente dependientes y no tienen obreras, sino que se alimentan de la comida
recogida por sus hospedadoras Strumigenys perplexa. Esta forma de parasitismo se
puede observar en muchos géneros de formícidos, pero la hormiga parásita por lo
general es una especie estrechamente relacionada con su hospedadora. Las
parásitas utilizan una gran variedad de métodos para entrar en el hormiguero del
hospedador. Una reina parásita puede entrar en el nido hospedante antes de que
eclosionen las primeras larvas, por lo que se establece antes que se desarrolle
el olor de la colonia. Otras especies utilizan feromonas para confundir a los
hospedantes o para engañarlos, de forma que lleven a la reina parásita dentro
del nido. Algunas simplemente se abren paso a la fuerza.
Un conflicto entre sexos de una misma especie se puede observar en algunas
especies de hormigas en que los ejemplares fértiles aparentemente combaten para
producir descendencia que esté lo más estrechamente relacionada con ellos como
sea posible. La forma más extrema implica la producción de descendencia clónica.
El extremo del conflicto sexual se observa en Wasmannia auropunctata, donde
las reinas producen solamente hijas clónicas diploides por medio de
partenogénesis telitoquia, y solo se producen machos, también clónicos, por
medio de un proceso en el que los machos eliminan la contribución materna del
huevo diploide, por lo que resultan hijos con un genoma nuclear idéntico al del
macho progenitor.
Higiene
En un trabajo de Tomer J. Czaczkes, biólogo de la Universidad de Ratisbona, se
ha descubierto que las hormigas negras de jardín (Lasius niger) construyen
letrinas en sus hormigueros. No está claro porque lo hacen, pero se cree que
puede deberse a que las hormigas recién nacidas vayan al aseo y tomen una
especie de baño para adquirir el olor de la colonia con rapidez.
Relación con otros organismos
Las hormigas tienen relaciones simbióticas con una gran variedad de especies,
como otras hormigas, insectos, plantas y hongos. Son la presa de muchos animales
e incluso algunos hongos. Algunas especies de artrópodos pasan parte de su vida
en hormigueros, bien alimentándose de las hormigas, sus larvas, sus huevos y sus
reservas de alimentos, o bien escondiéndose de sus predadores. Estos inquilinos
pueden asemejarse mucho en su aspecto a las hormigas. La naturaleza de esta
imitación de las hormigas (denominada "mirmecomorfia") varía, y en algunos casos
incluye el mimetismo batesiano, en el que el mimetismo reduce el riesgo de
depredación. Otros muestran mimetismo wasmaniano, un tipo de mimetismo observado
únicamente en inquilinos.
Los pulgones y otros insectos hemípteros secretan un líquido dulce denominado
mielada cuando se alimentan de savia. Los azúcares de la mielada son una fuente
de alimento con alto contenido energético, que recolectan muchas especies de
formícidos. En algunos casos, los pulgones secretan la mielada en respuesta a
los golpecitos que les dan con las antenas. Las hormigas, a cambio, mantienen a
raya a sus predadores y trasladan a los pulgones de unas zonas de alimentación a
otras. Cuando migran a una nueva área, muchas colonias se llevan los pulgones
para asegurarse un suministro continuo de mielada. Las hormigas también
mantienen cochinillas para recoger su mielada. Estas cochinillas pueden llegar a
convertirse en una seria plaga de las piñas si hay hormigas dispuestas a
protegerlas de sus enemigos naturales.
Las orugas mirmecófilas de la familia Lycaenidae son reunidas en manadas por las
hormigas, que las llevan a alimentarse durante el día y las protegen dentro del
hormiguero durante la noche. Las orugas tienen una glándula que secreta mielada
cuando les dan masajes.
Algunas orugas emiten vibraciones y sonidos que son percibidos por las
hormigas. Otras orugas han pasado de mirmecófilas a mirmecófagas: emiten una
feromona que hace que las hormigas actúen como si la oruga fuera una de sus
propias larvas, entonces las hormigas la llevan al hormiguero, donde la oruga
devora sus larvas.
Las hormigas cultivadoras de hongos (tribu Attini), cultivan ciertas especies de
hongos de los géneros Leucoagaricus o Leucocoprinus de la familia Agaricaceae.
En este mutualismo entre las hormigas y los hongos, cada especie depende de la
otra para sobrevivir. La hormiga Allomerus decemarticulatus ha desarrollado una
asociación a tres bandas con la planta hospedadora Hirtella physophora (Chrysobalanaceae)
y un hongo pegajoso que les sirve para atrapar sus presas de insectos.
Las hormigas guerreras (conocidas popularmente como "marabunta") son nómadas y
célebres por sus incursiones o "razias", en las que un enorme número de
recolectoras invaden simultáneamente determinadas zonas atacando a sus presas en
masa. "Ejércitos" de no menos de 1500000 de estas hormigas destruyen casi toda
la vida animal que se cruza en su camino. Dorylus spp., conocidas localmente
como Siafu, atacan todo lo que encuentran a su paso, incluidos los humanos.
Las hormigas Myrmelachista schumanni crean los llamados "jardines del diablo"
matando las plantas circundantes inyectándoles ácido fórmico, dejando únicamente
los árboles donde hacen sus nidos (Duroia hirsuta). Esto permite a los árboles
multiplicarse y ofrece más lugares para que las hormigas puedan anidar en los
troncos de Duroia. Aunque algunas hormigas obtienen néctar de las flores, la
polinización por parte de estos insectos es rara. Algunas plantas tienen
estructuras especiales de exudación de néctar extrafloral que proporcionan
alimento a las hormigas, las cuales a cambio protegen la planta de insectos
herbívoros. Especies centroamericanas como por ejemplo el cornezuelo (Acacia
cornigera) poseen espinas huecas que albergan colonias de hormigas picadoras (Pseudomyrmex
ferruginea) que defienden el árbol de los insectos, mamíferos ramoneadores y
enredaderas epifitas.
Estudios basados en el marcaje isotópico sugieren que las plantas también
obtienen nitrógeno de las hormigas simbióticas. A cambio, las hormigas obtienen
alimento de pequeños glóbulos (cuerpos de Belt) ricos en lípidos y proteínas.
Otro ejemplo de este tipo de ectosimbiosis es el de los árboles del género
Macaranga, que tienen tallos adaptados para alojar colonias de hormigas
Crematogaster.
Muchas especies de árboles tropicales tienen semillas que son dispersadas por
las hormigas. La dispersión de semillas por parte de las hormigas (denominada
mirmecocoria) está muy extendida y recientes estudios estiman que casi el 9 % de
todas las especies de plantas tienen este tipo de asociación con las hormigas.
Algunas plantas en praderas propensas a los incendios son especialmente
dependientes de las hormigas para sobrevivir y extenderse, ya que transportan
sus semillas a salvo bajo tierra.
Muchas de las semillas dispersadas por las hormigas tienen unas estructuras
externas especiales, eleosomas, que son utilizadas como alimento por éstas. En
los huevos de los insectos palo se puede observar una convergencia, posiblemente
una forma de mimetismo. Estos huevos tienen una estructura comestible similar al
eleosoma, de forma que las hormigas los llevan a los hormigueros (lo que ayuda a
su dispersión y protección), donde eclosionan y abandonan el nido.
La mayoría de las hormigas son depredadoras y se alimentan y obtienen comida de
varios insectos sociales, incluso otras hormigas. Algunas especies se
especializan en alimentarse de termitas (Megaponera y Termitopone) mientras que
otras especies, como las de la subfamilia Cerapachyinae, se alimentan de otras
hormigas. Algunas termitas, como Nasutitermes corniger, forman asociaciones con
ciertas especies de formícidos para mantener alejadas a otras especies de
hormigas predadoras.
La avispa tropical Mischocyttarus drewseni cubre la entrada de su nido con
un repelente de hormigas químico. Se cree que muchas avispas tropicales
construyen sus nidos en árboles y los cubren para protegerse de las hormigas.
Las abejas sin aguijón (Trigona y Melipona) usan defensas químicas contra las
hormigas.
Las moscas del Viejo Mundo del género Bengalia (familia de los califóridos) son
predadoras de las hormigas y cleptoparásitas, robando las presas o las crías de
las mandíbulas de las hormigas adultas. Las hembras sin alas ni patas de la
mosca jorobada malaya Vestigipoda myrmolarvoidea viven en los nidos de las
hormigas del género Aenictus, y son cuidadas por ellas.
Los hongos de los géneros Cordyceps y Ophiocordyceps infectan a las hormigas, lo
que las hace subir por las plantas y que claven sus mandíbulas en el tejido de
las mismas. El hongo mata a la hormiga, crece en su cadáver, y produce un cuerpo
fructífero. Parece que el hongo altera el comportamiento de las hormigas para
facilitar la dispersión de sus esporas en un microhábitat adecuado para el
hongo.
Los parásitos estrepsípteros también manipulan su comportamiento haciéndolas
subir tallos de hierba, ayudando al parásito a encontrar pareja. Un nemátodo (Myrmeconema
neotropicum) que infecta a las hormigas de la especie Cephalotes atratus hace
que los gásteres negros de las obreras se vuelvan rojos, y modifica el
comportamiento de la hormiga haciendo que lo lleven muy alto. Los pájaros
confunden estos conspicuos gásteres rojos con frutos maduros, como por ejemplo
el del llorón colorado, y se las comen. Los excrementos de los pájaros son
recogidos por otras hormigas, que llevan como alimento a las crías,
contribuyendo a la expansión del nemátodo.
Relación con los humanos
Las hormigas desempeñan múltiples papeles ecológicos que resultan beneficiosos
para los humanos, como la eliminación de plagas y la aireación del suelo. Se
considera que el uso de hormigas tejedoras en el cultivo de cítricos al sur de
China es una de las aplicaciones más antiguas conocidas de control biológico.
Por otro lado, las hormigas pueden convertirse en un problema cuando invaden
edificios, o causan pérdidas económicas en las actividades agrícolas.
En algunas partes del mundo (principalmente en África y Sudamérica), se utilizan
hormigas grandes, especialmente hormigas guerreras, como sutura. Para hacerlo,
aprietan los bordes de la herida uno contra otro mientras se aplican las
hormigas; éstas muerden con fuerza con sus mandíbulas y en ese momento se les
corta el cuerpo, dejando solo la cabeza y la mandíbula para mantener la herida
cerrada.
Algunas especies de la familia Ponerinae poseen un veneno altamente tóxico y
potencialmente peligroso, que puede requerir de atención médica. Estas especies
incluyen Paraponera clavata (hormiga bala o tocandira) y Dinoponera spp. (falsa
tocandira) de América del Sur, así como las Myrmecia de Australia.
En Sudáfrica se utilizan para ayudar en la recolección de rooibos (Aspalathus
linearis), arbustos que tienen pequeñas semillas utilizadas para hacer
infusiones de hierbas. La planta dispersa mucho sus semillas, lo que hace que
sea difícil la recolección manual. Las hormigas recogen estas y otras semillas y
las almacenan en el hormiguero, de donde los humanos las pueden recoger todas
juntas. Se pueden obtener hasta 200 gramos de semillas de cada hormiguero.
Como alimento
Las hormigas y sus larvas se comen en diferentes partes del mundo. Los huevos de
dos especies son la base del plato mexicano conocido como escamoles. Se los
considera una forma de caviar de insecto y pueden alcanzar un precio de hasta 90
dólares/kg, al ser estacionales y difíciles de encontrar. En el departamento
colombiano de Santander, las hormigas culonas (Atta laevigata) se comen después
de ser tostadas vivas.
En zonas de la India y en gran parte de Birmania y Tailandia, se sirve una pasta
hecha de una especie de hormiga tejedora (Oecophylla smaragdina) como condimento
con el curry. Los huevos y larvas de esta hormiga, así como las hormigas en sí,
se utilizan en una ensalada tailandesa, yum ( ), en un plato llamado yum khai
mod daeng (ยำไข่มดแดง)
o ensalada de huevos de hormiga roja, un plato originario de Tailandia del
Nordeste. Saville-Kent, en su obra Naturalist in Australia, escribió "La
belleza, en el caso de la hormiga tejedora, es más que superficial.
Su atractiva transparencia, casi similar a la de las golosinas, fue
posiblemente lo que incitó los primeros intentos de consumirla por parte de los
humanos". Trituradas en agua, de manera parecida a la limonada, "estas hormigas
producen una agradable bebida ácida que es muy apreciada por los nativos del
norte de Queensland, e incluso por muchos paladares europeos".
En su obra First Summer in the Sierra, John Muir comenta que los paiute de
California se comían los ácidos gásteres de las hormigas carpinteras. Los indios
mexicanos se comen las obreras repletas, o almacenes de miel vivientes, de la
hormiga melífera (Myrmecocystus mexicanus).
Aunque la mayor parte de especies sobreviven a las tentativas de los humanos de
erradicarlas, unas cuantas se encuentran amenazadas. Son sobre todo especies
isleñas que han desarrollado características especializadas, como las especies
en peligro de extinción Aneuretus simoni de Sri Lanka y Adetomyrma venatrix de
Madagascar.
Hormigas Culonas
Preparación
Una vez cazadas, se les debe quitar las alas y desprender el abdomen y las patas
de la apetecible parte trasera.
Se calienta un tiesto de barro o una sartén de hierro y se engrasa un poco. Se
ponen a tostar, revolviéndolas, cuidando de no dejarlas quemar. Se les rocía un
poco de sal y se comen.
Como plaga
Algunas especies de hormigas son consideradas plagas, y, debido a la naturaleza
adaptativa de sus colonias, eliminarlas por completo es casi imposible. Por lo
tanto, la gestión de plagas se centra en controlar las poblaciones locales, en
lugar de intentar eliminar una colonia entera, y la mayor parte de las
tentativas para su control son soluciones temporales.
Entre las especies con la consideración de plagas se encuentran Tetramorium
caespitum, Anoplolepis gracilipes, Camponotus consobrinus, Monomorium pharaonis,
Linepithema humile, Tapinoma sessile, Solenopsis invicta, Myrmica rubra y el
género Camponotus. Las poblaciones se controlan por medio de cebos de
insecticida, en forma granulada o líquida. Las hormigas recogen el cebo como si
fuera comida y lo llevan al hormiguero, donde el insecticida se transmite
inadvertidamente a otros miembros de la colonia por trofalaxis.
El ácido bórico y el bórax son dos insecticidas habituales, al ser
relativamente seguros para los humanos. Se puede esparcir cebo por una zona
amplia para controlar especies como Solenopsis invicta, que ocupan grandes
áreas. Las colonias de esta especie pueden ser destruidas si se sigue su
recorrido hasta el nido y se arroja agua hirviendo en éste para matar a la
reina. Esto funciona en aproximadamente el 60% de los casos y requiere unos
catorce litros de agua por hormiguero.
En el ámbito de la producción agropecuaria, el control de hormigas se realiza
mayormente a través de tres métodos:
1. la aplicación de algún insecticida en cobertura total;
2. la colocación de "barreras" en el tronco, si se trata de control en
explotaciones que tienen a especies arbóreas como objeto de cultivo (por
ejemplo, en fruticultura); y
3. el empleo de cebos tóxicos.
La aplicación en cobertura total tiene baja residualidad y no alcanza para
eliminar las colonias subterráneas. El empleo de "barreras" es dificultoso.
Consiste en la aplicación de bandas pegajosas de polibutano, o de insecticidas,
a las barreras físicas o al tronco. Las barreras pegajosas pierden eficacia al
transcurrir el tiempo a causa del polvo o deshechos que se depositan en ellas.
Las barreras más eficientes son las bandas plásticas con clorpirifos de
liberación lenta, cuya eficacia supera los 200 días.
El uso de cebos tóxicos es eficiente y poco costoso, con resultados variables
según el cebo en cuestión. Algunas hormigas forrajeras no aceptan la pulpa de
frutos cítricos y el salvado de avena cubiertos con azúcar negra. En cambio,
tuvieron elevada aceptación el alimento balanceado molido para perros, y el
molido de insectos muertos sin agregado de azúcar. Agregando fipronil y
fenoxicarb 1%, los cebos mantuvieron su atracción y controlaron las hormigas,
que ingieren partículas de insecticida provenientes del cebo al transportarlo
hacia la colonia. Es común que las hormigas obreras intercambien diversas
sustancias entre sí (trofalaxis) y, a partir de este hábito, las primeras que
entran en contacto con el insecticida contaminan a otras. Por consiguiente, un
insecticida será adecuado para este tipo de formulación cuando no mate
rápidamente, cuando tenga acción retardada y cuando sea eficaz a bajas
concentraciones.
La muerte de las hormigas jardineras ocasiona una desorganización general del
hongo que les sirve de alimento, posibilitando el crecimiento de contaminantes
que llevan al hormiguero a la muerte. También tiene buena aceptación y realiza
un buen control el cebo de harina de cítricos y fipronil 2%, aplicado en la boca
de los hormigueros.
Como especies invasoras
Entre los cien peores organismos invasores incluidos en la Base de Datos Global
de Especies Invasoras, compilada por la UICN/SSC Invasive Species Specialist
Group (ISSG), se encuentran cinco hormigas: Anoplolepis gracilipes, Linepithema
humile, Pheidole megacephala, Solenopsis invicta y Wasmannia auropunctata. Las
hormigas invasoras tienen gran impacto en los ecosistemas al afectar su
composición y sus interacciones ecológicas.
Por ejemplo, varían la composición de las hormigas nativas y afectan sus
importantes roles como predadoras, carroñeras, herbívoras, detritívoras y
granívoras, así como su función como fuente alimenticia de una variedad de
especies especializadas en hormigas. Alteran también interacciones
especializadas con plantas en la dispersión de semillas, la polinización, la
protección de plantas mirmecófilas y con animales como los hemípteros
productores de mielatos. Los ecosistemas de islas son especialmente sensibles a
las hormigas invasoras, sobre todo en las islas oceánicas donde hay pocas
especies de hormigas y las invasoras no encuentran competidores o predadores.
Muchos invertebrados nativos pueden allí declinar o incluso extinguirse al no
tener adaptaciones defensivas contra las hormigas exóticas.
Como control biológico de plagas
Su utilización por el hombre en el control biológico de plagas es muy antiguo.
En Yemen se manejaban las hormigas para disminuir las poblaciones de plagas de
las palmas datileras. En China desde la Edad Media los agricultores han regulado
plagas en los cítricos con la hormiga tejedora Oecophylla smaragdina, y han
controlado algunos lepidópteros barrenadores en las plantaciones de caña de
azúcar introduciendo colonias de Tetramorium guineense.
Algunas hormigas exóticas a pesar de ser calificadas como invasoras son usadas
en algunas regiones como controladores biológicos de plagas, por ejemplo,
Pheidole megacephala en el control del tetuán del boniato en Cuba, Wasmannia
auropunctata en el control de plagas de cacaotales en Gabón y Camerún, o para
ahuyentar diversos artrópodos herbívoros con Solenopsis invicta o con
Linepithema humile en los Estados Unidos.