Buey, Datos Científicos

El buey es el macho bovino (toro) castrado, dedicado específicamente al engorde
y sacrificio, y antiguamente también a la realización de tareas agrícolas como
tirar de arados y carros, algo que se continúa haciendo en Asturias, Cantabria,
Galicia y País Vasco (España), América Latina y otras partes del mundo.
En Andalucía occidental se utiliza para engancharlos en las carretas de
las distintas romerías, como El Rocío, en las islas
Canarias, está extendido de una forma muy común el uso del buey para la
agricultura, alimentación, tiro de carretas, así como en romerías y
competiciones de arrastre de ganado. Se puede llamar también "buey salvaje"
a cualquier miembro no doméstico del género Bos, como el gaur, el banteng,
el kuprey o el extinto uro.
En diversos países latinoamericanos, los bueyes siguen siendo utilizados
como animal de tiro, especialmente en aquellas faenas en que, por
dificultades del terreno, es difícil utilizar otros animales ó vehículos
motorizados, tal como ocurre en las faenas forestales. Se llama boyero a la
persona que se dedica a guardar o a conducir a los bueyes.
Para que un macho bovino se transforme en buey, se requiere de su castración
después de la pubertad.
Historia y simbolismo
Los egipcios fueron los primeros en rendir al buey y la vaca un culto del
que se hallan todavía restos en la India. Este religioso respeto pasó
después a los griegos los cuales en los primeros tiempos no inmolaban sino
toros cuya cabeza no hubiera todavía llevado el yugo. En la primera edad de
Roma no se mataban los bueyes destinados a la agricultura.
Los lacedemonios inmolaban un buey a Marte cuando habían ganado una victoria
por medio de algún ardid y un gallo cuando había sido abiertamente y sin el
menor engaño.
Los triunfadores romanos inmolaban a Júpiter Capitolino dos bueyes blancos
nacidos en Umbría. Cuando los bueyes destinados al sacrificio no eran
enteramente blancos, se acababan de blanquear con creta y estos bueyes se
llamaban bos cretatus. Se adornaban después las puertas de los templos con
las cabezas de los bueyes inmolados y de aquí es que se ven los altares
decorados con el cráneo de estos animales.
Los romanos llamaban al buey, al toro y los becerros, víctimas mayores. Eran
las únicas a las que se doraban los cuernos en los sacrificios pero los
griegos los doraban también a las otras víctimas menores. Los pobres que no
tenían medios para ofrecer un buey vivo, sacrificaban uno de masa de harina.
Los pies de las tablas y de los trípodes terminaban comúnmente en forma de
pies de buey, para imprimir fuerza y la estabilidad.
Un buey con cara de hombre o solamente una cabeza con la misma, era entre
los paganos el símbolo de la agricultura y el tipo del combate de Hércules
contra Aqueloo.
Varrón califica al buey de compañero del hombre en la agricultura. Columella
dice que era igual delito el atentar contra la vida de un buey que contra la
de un hombre. Eliano, Plinio, Valerio Máximo y otros autores citan ejemplos
de castigos impuestos por la muerte de bueyes. La fábula dice que los
compañeros de Ulises perecieron en un naufragio por haber muerto algunos
bueyes del sol.
Por el capítulo 25 del Deuteronomio se ve que se prohibió
al pueblo de Israel el poner bozal al buey que les servía para trillar o para
los demás usos de la labranza queriendo el Señor que el animal que ayuda al
hombre en sus fatigas tenga alguna parte en el fruto de ellas.
Tres cabezas de buey sobre la estatua de Isis denotaban entre los egipcios los
tres tiempos del año oportunos a la agricultura. Los romanos ponían una cabeza
de buey en sus edificios para señal de trabajo y paciencia.

En las medallas antiguas el buey o el toro con los cuernos cargados de flores es
un símbolo de los sacrificios en los cuales estos animales eran las víctimas.
Algunas veces están en actitud de herirse con los cuernos y denotan la guerra o
bien los combates públicos de las fieras, parecidos a nuestras corridas de
toros.
Cuando los romanos querían indicar una colonia representaban dos bueyes tirando
un arado, porque acostumbraban a servirse de bueyes para señalar con el arado el
circuito que había de ocupar la nueva población. Algunas veces en semejantes
casos se ven juntos un buey y una vaca. Esta se halla situada a la parte de la
ciudad y el buey a la parte exterior o del campo para denotar que el cuidado
interno de la casa correspondía a la mujer y que la agricultura y todas las
profesiones activas eran propias del hombre.