Segunda
Venida. Término que se usa para referirse a la futura manifestación
gloriosa de Jesucristo, cuando vuelva para iniciar los últimos actos
de redención y juicio.
No aparece en la Biblia, pero está
implícito en pasajes como Hebreos 9:28 (aparecerá por segunda vez).
Este segundo advenimiento de Jesús se describe con las siguientes
palabras griegas:
1. Parusía (presencia, 2 Corintios 10:10; o llegada).
Se usaba en el mundo helénico para describir la llegada aparatosa de
un emperador o rey, pero en el Nuevo Testamento únicamente describe
la Segunda Venida.
2. Apocálypsis (descubrimiento, REVELACIÓN), término
que alude al momento cuando el señorío que Jesucristo goza ahora a
la diestra del Padre se hará patente en el mundo; habrá un
apocálypsis de su gloria y poder, es decir, el descubrimiento de su
exaltación al mundo (1 Corintios 1:7; 2 Tesalonicenses 1:7; 1 Pedro
1:7, 13; 5:13)
3. Epifanía (aparición, manifestación visible), término que figura
en 2 Tesalonicenses 2:8; 1 Timoteo 6:14; 2 Timoteo 5:1, 8; Tito
2:13; y también se usa en 2 Timoteo 1:10 para referirse a la primera
venida de Jesús.
La Segunda Venida En El Antiguo Testamento
A través del Antiguo Testamento, es Dios quien siempre viene al
hombre. A partir del Edén y por toda la historia de Israel, Dios se
revela a su pueblo en muchas formas, por ángeles o teofanías, por
los acontecimientos sobresalientes (por ejemplo el éxodo) y por la
palabra profética.
La expresión el DÍA de Jehová
significaba una visitación especial de Dios a su pueblo, y se
aplicaba no solo a juicios transitorios sobre Israel y sus vecinos,
sino también al gran día terrible y final en que habría salvación
para los que invocaron el nombre del Señor, y castigo para los
altivos y soberbios (compárese Isaías 2:12; Joel 2:28 al 32).
El concepto del MESÍAS en el Antiguo Testamento abarca títulos como
profeta, rey eterno, sacerdote, siervo sufriente (SIERVO DE JEHOVÁ)
e HIJO del HOMBRE.
Esta última figura es la más
intrigante de todas, especialmente para nuestro propósito aquí. El
Hijo del Hombre ha de venir sobre las nubes para imponer sobre la
tierra un reino de justicia, el cual compartirá con sus santos, su
pueblo (Daniel 7:18, 22). La combinación de todos estos conceptos
del Mesías resultaba incomprensible para los profetas del Antiguo
Testamento, como también para los contemporáneos de Jesús.
¿Cómo podrían combinarse todas esas características en un solo
personaje?
Este misterio no se aclara sino
hasta la enseñanza de Jesús en los Evangelios. Lo que se conceptuaba
en el Antiguo Testamento como una sola venida del Mesías llegaba a
convertirse en dos venidas, según la enseñanza de Jesús.
La Segunda Venida En El Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento se refiere a la Segunda Venida como la esperanza
bienaventurada (Tito 2:13), tema que aparece unas trescientas veces
repartidas en casi todos los veintisiete libros.
En la enseñanza de Jesús
Aunque muchos eruditos estudiosos de la escatología (la doctrina de
los tiempos futuros) ponen en tela de juicio la Segunda Venida como
acontecimiento histórico, es claro que Jesús la anunció.
Al principio del siglo XX, J. Wei
siguientes y A Schweitzer abogaron por una interpretación
completamente escatológica de la enseñanza de Jesús y afirmaron que
este esperaba que el REINO DE DIOS y el Hijo del Hombre (un tercero)
viniera durante su estancia terrenal (compárese Mateo 10:23),
postura que impugna la veracidad de los evangelistas. C.H. Dodd, en
cambio, formuló la postura de la escatología realizada, que afirma
que las bienaventuranzas finales se experimentan ahora mismo y que
no hay una consumación literal del proceso humano. (Dodd modificó
luego este último detalle).
Pero la enseñanza neo testamentaria
no sostiene ninguno de estos dos extremos, aunque pudiera haber algo
de verdad en los dos.
.
La base de la Segunda Venida se encuentra en muchos pasajes de los
Evangelios, especialmente en el discurso escatológico de Jesús
(Marcos 13 ). Jesús se refiere a sí mismo como el Hijo del Hombre
que vendrá en la GLORIA de su Padre con los ÁNGELES (Marcos 8:38;
13:24 al 27; 14:62 ; Juan 14:3, 28).
Aunque algunos eruditos tergiversan estos pasajes, no es posible
eliminar de los EVANGELIOS todo vestigio de una Segunda Venida. La
misma abundancia de referencias al tema hace improbable que los
apóstoles crearan esta doctrina.
Es obvio que existe una dificultad
en los dos dichos de Jesús que indican una venida muy pronta, antes
que los discípulos recorrieran las ciudades de Israel (Mateo 10:23)
o antes de que algunos de sus oyentes murieran (Marcos 9:1;
GENERACIÓN), pero es factible explicar que estas profecías se
cumplieron en la muerte y resurrección de Jesús; porque estos hechos
fueron una manifestación sobresaliente del Reino, por los cuales
Jesús triunfó sobre Satanás y sobre la muerte.
Además, por esos hechos Jesús fue
proclamado el SEÑOR del cielo y la tierra (Mateo 28:18). En otras
palabras, el acontecimiento fundamental del Reino es la muerte y la
resurrección de Jesús, no su parusía.
Si Jesús enseñaba una Segunda Venida, surge la pregunta,
¿esperaba Él un período entre su ASCENSIÓN y su parusía?
Algunos eruditos insisten en que
no, en vista de que Mateo 10:23; Marcos 9:1; 13:30 hablan de un
regreso inmediato. Su argumento es así:
Jesús esperaba regresar casi inmediatamente y cuando no apareció, la
iglesia cambió la idea de un regreso inmediato por la de una tarea
misionera, con el resultado de que la parusía fue postergada.
Pero es inaceptable este concepto de la iglesia y la formulación de
sus doctrinas en vista de los siguientes hechos:
1. Jesús sí enseñaba que habría un período entre el fin de
su ministerio y la parusía (Marcos 13:10; compárese Mateo 25:14).
Tal espera está implícita en las parábolas del Reino, especialmente
en aquellas que hablan de la ausencia de la figura central del
relato (Mateo 25:45 al 51; 25:1 al 13, 14 al 30). Sin el regreso del
Señor, la parábola quedaría trunca, porque la entrega de
responsabilidades al principio demanda el desenlace de los
galardones al final. Así también lo que Jesús empezó a hacer
quedaría trunco si no volviera a completar el proceso.
2. Jesús fue proclamado Señor del cielo y de la tierra
(Mateo 28:18), lo que significa que con su exaltación el evangelio
rompe los límites nacionales de Israel y asume características
universales. Resulta lógico entonces que el señorío de Jesús se
proclamase en todo el mundo para que la oferta de perdón y vida
eterna fuera conocida de todos. Por ende, precisa programar un
período de tiempo para la evangelización del mundo.
3. La enseñanza de Jesús acerca del Reino de Dios refleja
una tensión grande entre el aspecto presente (visto en la vida y
obra de Jesús) y el aspecto futuro. Si interpretamos el Reino de
Dios, o en términos puramente futuristas sin aspecto presente y
período intermedio (Schweitzer), o en términos de una escatología
realizada en este tiempo sin futuro alguno (Dodd), no hacemos
justicia a la enseñanza de Jesús. Él dejó inaugurado el Reino en las
obras maravillosas de su ministerio y especialmente en su muerte y
resurrección. Por tanto, se puede decir con Cullmann que la batalla
decisiva se ha ganado, y solo se espera la terminación de la guerra
y la proclamación del gran día de victoria. Durante el actual
período intermedio se experimentan muchas de las bendiciones del
futuro, es decir, hay escatología realizada (1 Corintios 10:11;
Hebreos 6:5). Además, los creyentes ya tienen la vida eterna (Juan
3:16), característica del siglo venidero (Marcos 10:30 ), pero eso
no significa que se omita la consumación final. La victoria sin par
de la muerte y resurrección de Jesús quedaría inconclusa si no llega
a abatir visiblemente el reino del mal aquí en la tierra.
En resumen, la enseñanza de los Evangelios es clara, al final
del proceso de evangelización del mundo, en un momento que solo el
Padre conoce (Marcos 13:32 ), Jesús vendrá personalmente sobre las
NUBES en la misma forma corporal en que se fue (Hechos 1:11).
Su parusía será acompañada
con TROMPETAS, voces, gloria, y poder; los ángeles estarán presentes
para recoger a los escogidos de los cuatro ángulos de la tierra.
Entonces el Señor se sentará sobre su trono para juzgar a todos los
que tienen alguna relación con el Reino, según sus obras (JUICIO).
De acuerdo con el sermón
escatológico, la parusía es precedida por un tiempo de horrible
persecución (Marcos 13:25s ) y seguida por el establecimiento del
reino de justicia del Hijo del Hombre (Mateo 25:34; MILENIO).
En la enseñanza de Pablo
La orientación paulina sigue la pauta de Jesús, aunque agrega varios
énfasis nuevos. El más notable quizás es la relación estrecha
establecida entre la parusía y la RESURRECCIÓN (o transformación) de
los creyentes (1 Corintios 15:23, 51 siguiente; Filipenses 3:21; 1
Tesalonicenses 5:13 al 17).
Aunque hay intérpretes que
distinguen una etapa previa a la Segunda Venida, a la cual llaman el
arrebatamiento secreto de la iglesia, parece militar contra tal
postura la publicidad mundial de la venida que insinúa 1
Tesalonicenses 5:16, el cual dice:
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero.
Y ocurrirá entonces la transformación de los creyentes vivos.
Pero esto no sucederá sino hasta que haya venido la apostasía y
aparezca el hombre de pecado (2 Tesalonicenses 2:1 al 8,
ANTICRISTO), a quien el Señor destruirá con el espíritu de su boca y
con el resplandor de su venida.
No es solamente un momento de
distribuir recompensas a los fieles (2 Tesalonicenses 1:7 al 10)
sino la ocasión en que todos los hombres han de rendir cuentas de
sus acciones (1 Corintios 3:13 siguientes; 5:5; 2 Corintios 5:10).
En el resto del Nuevo Testamento
Por lo general, la enseñanza sobre la Segunda Venida en el resto del
Nuevo Testamento sigue de cerca la norma que Jesús estableció. Solo
en Segunda de Pedro y en Apocalipsis se describen los resultados
cósmicos de la Segunda Venida.
Aunque a los burladores les parece
que el Señor retarda su promesa, realmente Él está esperando que los
hombres procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Pero el día del
Señor vendrá como ladrón en la noche, es decir, inesperadamente, y
el cielo y la tierra serán quemados. Tanto en Pedro como en Pablo el
día del Señor es el día de la parusía.
Como libro de consolación escrito durante la persecución,
APOCALIPSIS aporta datos importantes sobre la Segunda Venida de
Cristo. Todo ojo lo verá llegar y todas las naciones de la tierra lo
lamentarán (1:7; compárese Mateo 25:30).
En la final trompeta (11:15 al 19),
el reino de este mundo pasa a ser de Dios y de su Cristo, quien
reinará para siempre jamás (11:15). Apocalipsis concuerda con lo
escrito por Pablo al describirse la lucha feroz entre las fuerzas
del mal y del bien, guerra que causa tremenda TRIBULACIÓN y termina
en el castigo de los líderes del reino satánico (19:20; 20:10,
DEMONIOS).
Entonces Cristo y los justos
empiezan un reino de mil años en la tierra (MILENIO, 20:1 al 10)
durante el cual Él suprime todo dominio, autoridad, y potencia
enemiga (1 Corintios 15:23 al 28). Así que la parusía desata una
serie de sucesos cósmicos que cumplen todo lo que escribieron los
profetas, sobre todo en el libro de Daniel (7:13 siguientes).
El Significado de La Segunda Venida
La Segunda Venida del Señor Jesucristo ha tenido un valor permanente
para el cristianismo, y a través de los siglos ha sido una fuente de
inspiración y confianza. Sobre ella se basan todas las exhortaciones
a la pureza, fidelidad, santidad, vigilancia (NOCHE; DÍA) y
responsabilidad.
El juicio de Mateo 25:31 al 46
enseña que quienes esperan de veras el regreso de su Señor son los
que muestran compasión hacia los desvalidos y necesitados.
Toda la creación gime hasta la liberación final, tanto de los hijos
de Dios como el universo entero (Romanos 8:18 al 23).
Amén; sí, ven, Señor Jesús (Apocalipsis 22:20 MARANATA).
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