Sanidad, Sanidades. Acontecimiento o proceso de devolver la salud a una
persona o animal. Tiene que ver con la curación de la enfermedad y la
restauración a la vida plena.
La Sanidad En El Antiguo Testamento
La interpretación de la salud y la enfermedad en el Antiguo Testamento
se desprende de la revelación de Dios a los judíos en cuanto a la
naturaleza del bien y del mal y su significado para la vida.
En el Antiguo Testamento existen varias palabras que significan salud o
saludable. Salud es un estado de existencia expresado en términos que
indican vigor y vida plena. El término shalom expresa la plenitud
de vida e integra los conceptos de paz, bienestar, salud, salvación,
justicia y comunidad. La enfermedad, por el otro lado, se describe con
palabras que se derivan de la raíz hebrea hlh, que significa
debilidad, cansancio, falta de vitalidad, etc.
En la antropología del Antiguo Testamento, la experiencia de la
enfermedad está íntimamente relacionada con la experiencia del pecado.
La manera más común de expresar la recuperación de la salud es con la
raíz hebrea hyh, que significa vida.
Estar enfermo es acercarse a un estado de debilidad absoluta que conduce
a la muerte, mientras que la recuperación de la salud significa recobrar
la vida. Desde esta perspectiva se puede entender cómo la muerte de Adán
y la muerte que se desató en el mundo como consecuencia del pecado están
relacionadas con la enfermedad en la mente hebrea. Todo es consecuencia
del pecado y de apartarse de la voluntad de Dios.
A raíz de lo anterior, las oraciones por la sanidad o por la liberación
de la enfermedad incluyen la confesión del pecado (Salmos 38:2 al 5;
32:1 al 11; 103:3, et al.). La relación entre la enfermedad, la muerte y
el pecado se expresa en la más antigua tradición jehovista que se
encuentra en Génesis 2 y 3, al inicio del Torá, y demuestra el juicio de
Dios sobre la raza humana.
Sin embargo, no es que el Antiguo Testamento enseñe una relación directa
entre cada enfermedad y el pecado personal, sino que cada enfermo era
una expresión física de la debilidad espiritual de un pueblo que se
había visto separado de Dios por su pecado. Solo Dios sabe el grado de
culpabilidad personal. En la misma línea, los profetas anticipaban la
presencia de un pueblo restaurado y purificado en Sion, No dirá el
morador, Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la
iniquidad (Isaías 33:24).
La sanidad, o la restauración a la vida, siempre es la obra de Jehová.
Asa es condenado porque en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los
médicos (2 Crónicas 16:12). No se prohibía, sin embargo, el recurso de
las personas especializadas en la curación de las heridas o de los
huesos quebrados, según indican los profetas (Isaías 1:6; Ezequiel
30:21, et al.).
El uso de las hierbas y otros medios de curación fueron prácticas
comunes (2 Reyes 20:7; Isaías 38:21), y considerados como parte de la
sabiduría hebrea (1 Reyes 5:9 al 14).
A través de la historia de Israel hay también casos de personas que, con
el poder de Dios, tienen la habilidad de restaurar la vida a los
enfermos y afligidos. Pero aun fuera del mundo judío los pueblos
buscaban a Dios como fuente de sanidad y restauración
.
La Sanidad En El Nuevo Testamento
La sanidad ocupa un lugar central En el ministerio de Jesús. Jesús
responde a los enviados de Juan el Bautista con la apelación a su propia
experiencia en cuanto a sanidades y milagros (Mateo 11:4 al 6; Lucas
7:22, 23).
En casi todos los textos de los evangelios sinópticos donde se resume el
ministerio de Jesús, la sanidad figura como una de las actividades
calificadoras.
Antes de su relato del Sermón del Monte, Mateo establece un marco
referencial en cuanto al ministerio de Jesús cuando da la noticia de que
recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo (Mateo 5:23; véase 9:35).
Esta misma clase de declaración en cuanto al ministerio de Jesús se
repite con frecuencia (Mateo 5:24 al 5:2; 8:16, 17; 12:15, 16; 15:29 al
31; Marcos 1:32 al 34; 3:7 al 13; Lucas 5:40, 41; 6:17 al 19, et al.).
Por su predicación, su manera de vivir en solidaridad con los pobres de
la tierra, y por sus sanidades y exorcismos, Jesús manifestó el hecho
que el Reino de Dios ha llegado (Marcos 1:14).
La Palabra del Señor había hablado de un siervo, ungido de Jehová, que
predicaría buenas nuevas a los pobres, sanaría a los quebrantados de
corazón y liberaría a los cautivos (Isaías 61:1, 2).
En Lucas 5:17 al 21, Jesús hizo suya esta promesa y así anunció que en
su propia persona el Reino de Dios irrumpía. Con su dominio sobre las
enfermedades y sobre los demonios, Jesús inaugura el Reino de Dios y lo
encarna (Mateo 12:28; Lucas 11:20). A través de las sanidades, Jesús
evidenciaba el poder y la compasión de Dios para liberar a los hombres
de toda clase de mal.
El ministerio sanador de la Iglesia está fundamentado sobre la comisión
apostólica dada a los discípulos durante la vida y ministerio de Jesús.
Llamando a sus doce discípulos les dio autoridad sobre los espíritus
inmundos, para que echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda
dolencia ... y yendo, predicad, diciendo:
el Reino de Dios se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos,
resucitad muertos, echad fuera demonios (Mateo 10:1, 7, 8; Marcos
6:7 al 12; Lucas 9:1 al 6).
Es obvio, entonces, que las sanidades son partes integrales de la
evangelización.
Vemos el mismo principio en Hechos de los Apóstoles, donde Lucas toma el
cuidado de narrar las muchas instancias de sanidades hechas por los
siervos del Señor.
Tales acciones dan testimonio de la resurrección del Señor Jesús (5:33),
y del hecho de que en ningún otro hay salvación sanidad (soteria);
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podemos ser salvos sanados (sothenai) (5:12).
El Don de Sanidad
Al inicio y al final de su discurso sobre las manifestaciones del
espíritu en 1 Corintios 12, Pablo menciona los dones de sanidades (charimata
iamaton, 1 Corintios 12:9, 28, 30). Esta es la única mención
explícita del don de sanidad en el Nuevo Testamento, y ambos términos
(don, sanidad) aparecen en plural. Esta frase, juntamente con la
expresión afín milagros (versículos 10, 29) se dan en plural para dar a
entender un sentido de abundancia y variedad en los dones que se
desprenden de la fe.
Los dones de milagros y sanidades se destacan por su poder simbólico que
evidencia la acción de Dios para liberar de la esclavitud del mal y de
los resultados del pecado en todos los niveles de la vida.
En Santiago 5:13 al 16, se describe una función establecida en la
comunidad en la cual un enfermo llama a los ancianos para orar,
ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe salva
sana (sosei) al enfermo, y el Señor lo levanta; y si hubiere cometido
pecados, le son perdonados.
En este pasaje no se habla explícitamente de un don de sanidad, sino de
un poder sanador dentro de la comunidad de fe, expresado a través de sus
líderes.
A la luz del concepto de sanidad en el Nuevo Testamento, podemos llegar
a cuatro conclusiones.
Primero, la predicación del evangelio es suficiente en sí para efectuar
sanidad.
Segundo, los que son enviados a proclamar el evangelio
frecuentemente son dotados de poder sanador con el objetivo de llevar
las personas a la salvación.
Tercero, Dios obra sanidades a través del ministerio de los ancianos y
de la oración de fe.
Finalmente, existe un don específico que hace posible la sanidad dentro
y fuera de la comunidad de fe, como testimonio al poder de la
resurrección, y que trata las consecuencias morales y físicas del pecado
individual, comunal y estructural.
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