Diccionario Ilustrado
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Misericordia
La palabra misericordia viene del latín misericordia formado de miser (miserable, desdichado), cor, cordis (corazón) y el sufijo -ia. Esta palabra se refiere a la capacidad de sentir la desdicha de los demás.
Un juego de palabras es dividir, misere del latín, en mis (lejos de, enemigo de) y ere que pronuncia en latín al Eros griego, es decir al amor. Miseria es estar lejos del amor o ser enemigo del amor. Cordis se refiere a la raíz latina cor (corazón) y dis (dar, brindar, entregar). Misericordia es el corazón que se da al que está lejos del amor o que es enemigo del amor.

Desde el significado hebreo en el Antiguo Testamento la siguiente es la definición:

     Misericordia. La palabra hebreo hesedh es una de las más importantes en el Antiguo Testamento, y yace en el centro de la revelación que el Señor dio de sí mismo en relación con su actitud para con su pueblo. Su hesedh está arraigada con su gracia (Génesis 19:19; combina la idea de amor, compromiso, deber y protección). Está vinculada explícitamente con la verdad (o sea, el ser sincero con uno mismo, el ser auténtico, el ser digno de confianza) de modo que hay un énfasis en la lealtad con la cual el amor actúa (Génesis 32:10; Éxodo 34:6).

     La Misericordia es el aspecto compasivo del AMOR hacia el ser que está en desgracia o que por su condición espiritual no merece ningún favor. La misericordia y la GRACIA son actitudes y disposiciones muy semejantes en Dios; mientras que la primera trata al hombre como un ser miserable, la segunda lo toma como culpable.

     En la Biblia se destaca la misericordia de Dios como una disposición suya que beneficia al hombre pecador (Génesis 32:10; Éxodo 34:6; Esdras 3:11; Salmos 57:10). Somos salvos por la misericordia de Dios (Efesios 2:4; Tito 3:5). Por eso a Él se le llama Padre de misericordia y Dios de toda consolación (2 Corintios 1:3). El tratamiento que Dios da a su pueblo Israel es considerado en la Biblia como una manifestación de su misericordia (Éxodo 15:13; Jueces 2:18).

     En su ministerio público Jesucristo mostró misericordia para con los enfermos, los necesitados y los desprovistos de atención espiritual (Mateo 9:36; 14:14; Marcos 1:41;8:2). También nosotros los seguidores de Cristo debemos ser misericordiosos, para alcanzar misericordia (Mateo 5:7). La misericordia es más agradable a Dios que los sacrificios (Oseas 6:6), aun cuando estos fuesen necesarios por causa del pecado (1 Samuel 15:22; Miqueas 6:6 al 8).

     La Biblia da algunos ejemplos de individuos que practicaron la misericordia en su trato hacia el prójimo (Mateo 18:27; Lucas 10:33), y esta es una gracia que todos debemos imitar (Mateo 23:23; Santiago 3:17). La misericordia debe ejercerse con alegría (Romanos 12:8). El PERDÓN es una consecuencia hermosa de la misericordia, tanto de parte de Dios como en las relaciones de los cristianos entre sí (Lucas 6:36).