Diccionario Ilustrado
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Josías

     Josías, Rey de Judá (cerca del año 639 al 609 antes de Cristo), coronado por el pueblo a la edad de ocho años, después que su padre, Amón, fue asesinado.

 

   Los relatos de los libros de Reyes y Crónicas concuerdan en señalar a Josías como el más recto de los reyes de Judá. Debido sin duda a los serios problemas que Asiria tenía con sus enemigos en el Oriente, Josías pudo conquistar rápidamente las antiguas provincias del reino del norte y librarse en gran parte del tutelaje de los asirios. Josías extendió las fronteras de su reino hasta alcanzar los límites que el reino unido había tenido en tiempos de David, con quien lo comparan sus cronistas.

     Paralelamente con sus conquistas territoriales, Josías emprendió una reforma religiosa de grandes alcances e implicaciones políticas notables. Esta reforma tuvo como principal objetivo extirpar del pueblo de Judá las prácticas cananeas y la adoración de las diversas divinidades extranjeras. El hecho de que abarcara también a las provincias del norte, muestra que ya Josías había conquistado dicho territorio.

Detalle de las reformas

En el octavo año de su reinado, cuando apenas tenía 16 años, Josías, realmente tomo las cosas de Dios en serio. Cuando este joven rey tenía 20 años comenzó a derribar todos los altares, ídolos y becerros de oro que Manases había levantado por todo el reino, luego, cuando tenía 26 años, decidió reparar el Templo, que era el lugar más importante que el pueblo tenía para adorar a Dios, este templo había estado abandonado durante 57 años, y nadie lo había mantenido, entonces, entra a este lugar y mira lo que se encontró, leamos 2 de Crónicas 34:14, "Y al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés."

    La palabra de Dios había desaparecido durante mucho tiempo, este libro estaba escondido en un agujero y cubierto de polvo. Por mucho tiempo la palabra de Dios no estuvo en las vidas de las personas, la palabra de Dios no se estaba leyendo, por lo tanto, no la estaban siguiendo. Entonces Josías tomó esta palabra de Dios y comenzó a leerla, los comentaristas dicen qué pudo haber sido el libro de Deuteronomio, posiblemente pudo ser todo el Pentateuco es decir; Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, los 5 primeros libros, no estamos seguros de esto, el hecho importante es que comenzaron a leerlo inmediatamente, y tan pronto como comenzaron a leer esta palabra, mira lo que sucedió, vamos al capítulo 34 verso 19, "Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos;"

Esfuerzos de Josías

No obstante lo anterior, el reinado de Josías significó un esplendor efímero para el reino de Judá. Toda su gloria, el resurgimiento de la adoración a Jehová y las conquistas territoriales fueron apenas destellos finales en la historia del reino del sur. Josías había visto desplomarse en pocos años el gran Imperio Asirio y la destrucción de Nínive en el año 612 antes de Cristo, y además sabía que aunque los asirios luchaban por sobrevivir, sus días como imperio y como pueblo estaban contados. Esto también lo sabían Sofonías, Jeremías, Nahum y Habacuc. Pero no por ello dejaban de anunciar con insistencia la destrucción de Judá y de Jerusalén.

    A cambio de los asirios, empezaba a levantarse el nuevo e inmisericorde Imperio Babilónico, y este hecho aterraba a Josías. Tantos fueron los temores de este, que cuando faraón Necao salió con sus tropas para combatir contra los asirios, aunque el mismo Necao trató de disuadirlo, Josías se le enfrentó en Meguido. Allí hirieron gravemente a Josías y murió. Su muerte echó por tierra las esperanzas, sobre todo de quienes lo habían comenzado a ver como el esperado restaurador del reino davídico (2 Reyes 21:24 al 23:30; 2 Crónicas 33:25 al 35:27). Aparte de la posible defensa de Sofonías (si se le sitúa en su época), hay una crítica muy severa de Jeremías a su reinado.

    Una situación fue real en ese tiempo y transciende al tiempo actual, el corazón del rey, Josías estaba en Dios, y a pesar de todos sus esfuerzos, el pueblo tenía el corazón corrompido en la idolatría de tantos años sin Palabra de Dios.

    En Jer 3:6 al 11 expresa que su reforma fue hipócrita y, en su famoso "sermón del templo" (7:25), denuncia la opresión, la injusticia, la inmoralidad y el culto idólatra. Otras condenas en 6:16 al 21; 7:1 al 15; 8:4 al 9.