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Diccionario Ilustrado
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Bet-el | |
![]() ![]() En la Biblia aparece primero como sitio donde Abraham levantó un altar (Génesis 12:8; 13:3, 4). Por la experiencia de Jacob el nombre adquirió el sentido especial de lugar de revelación (Génesis 28:19; 35:1 al 7). Dios se refiere a sí mismo como "Dios de Bet-el" (Génesis 31:13) y le manda a Jacob volver allí. La segunda vez que Jacob fue a Bet-el, Jehová le dijo que a partir de ese momento no se llamaría Jacob sino Israel, y se renovó el pacto con Abraham (Génesis 35:10 al 15). A la tribu de Benjamín se le dio Betel (Josué 18:21, 22) y fue tomada por los descendientes de José bajo la dirección del Señor (Jueces 1:22 al 26). Los arqueólogos han comprobado que la ciudad se quemó durante la época de Josué y muchos suponen que la conquistaron al mismo tiempo que HAI Durante la época de los jueces el arca estaba en Bet-el (Jueces 20:18 al 28) aunque después la llevaron a Silo. El territorio que Débora gobernaba se hallaba entre Bet-el y Ramá (Jueces 4:5). Después de la caída de Silo, Samuel visitaba Bet-el todos los años para resolver los problemas espirituales de sus habitantes (1 Samuel 7:16). Bet-el adquirió mala fama cuando Jeroboam I, al establecer el reino del norte, la convirtió en santuario del culto a un becerro de oro para evitar que los israelitas volvieran al templo de Jerusalén. Es probable que el becerro de oro no haya sido una representación de Jehová, sino el guardián del trono de Dios (1 Reyes 12:26 al 33; 2 Crónicas 13:8, 9). Amós clamó en contra de la ciudad (Amós 3:14; 4:4-6). Oseas también pronunció juicio sobre Betel, incluso llamándola Bet-avén, la casa de maldad (Oseas 4:15). Sin embargo, la ira de Dios cayó sobre el rey por su desobediencia. Durante los días de Elías y Eliseo había una escuela de profetas en la ciudad (2 Reyes 2). Un sacerdote israelita enseñó acerca del Señor al pueblo que Asiria volvió a establecer en este lugar 2 Reyes 17:27, 28), pero ellos combinaron la adoración a sus dioses paganos con la adoración al Señor (2 Reyes 17:33). En el siglo VIII, Amós denunció las iniquidades de Bet-el, por lo que el sacerdote del santuario lo mandó salir de la ciudad (Amós 7:12, 13). Cuando Asiria conquistó a Samaria (722 antes de Cristo), no devastó a Bet-el. Como parte de sus reformas, Josías de Judá destruyó el santuario pagano y procuró eliminar su sacerdocio, pero dejó intacta la ciudad (2 Reyes 23:15 al 20). Los babilonios o los persas sí la destruyeron en la época del cautiverio. No fue sino hasta que Josías llegó a ser rey que se quitó esta idolatría de Betel y la verdadera adoración al Señor se estableció (2 Reyes 23:15 al 23). Cuando los judíos volvieron de la cautividad babilónica, tanto Esdras como Nehemías registran que algunos volvieron a Betel (Esdras 2:28; Nehemías 7:32) y, como uno podría suponer, se dice que eran benjamitas (Nehemías 11:31). En el Nuevo Testamento no se nombra a Bet-el aunque llegó a ser más grande que antes. Josefo dice que el emperador Vespasiano estableció allí una guarnición romana (Guerras IV, ix, 9). el pueblo llegó a su apogeo en la época bizantina y desapareció al comenzar el período árabe en la Tierra Santa.
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