Diccionario Ilustrado
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Amonitas

    AMONITAS Tribu de pastores descendientes de Lot (Génesis 19:36 al 38) que se estableció entre los ríos Jaboc y Arnón y que finalmente ocupó solo el territorio encerrado en la gran curva del Jaboc.

    Debido a la estrecha relación de los amonitas con Israel, Dios no permitió a Moisés atacarlos (Deuteronomio 2:19), pero ellos no recibieron con bien a sus hermanos israelitas por lo cual fueron excluidos del Templo de Jerusalén (Deuteronomio 23:3 siguiente).

    Se convirtieron en un pueblo agresivo y rebelde, y hostiles hacia Israel. La historia subsiguiente demuestra una enemistad crónica entre Amón e Israel. Los profetas denuncian la crueldad y falta de compasión de los amonitas (Amós 1:13 al 15; Sofonías 2:10). Ezequiel profetiza la destrucción completa de Amón (21:28 al 32; 25:1 al 7).

    Al establecerse alrededor de RABA-AMÓN, que llegó a ser su capital, los amonitas tuvieron que desplegar a los zomzomeos, una raza de gigantes (Deuteronomio 2:19 al 21). Ocuparon entonces hasta el río Jordán, pero una invasión de los amorreos que venían del norte los obligó a retirarse más al este, en el desierto. Israel aniquiló más tarde a los amorreos, bajo los reyes Og y Sehón (Jueces 11:18 al 23), pero mientras aún se consolidaba, sucumbió ante la fuerza unida de los amonitas y moabitas.

Jefté da un resumen contemporáneo de las relaciones a través de 300 años entre Amón e Israel (Jueces 11:12 al 28). Jefté triunfó sobre los amonitas, pero estos no sufrieron la derrota más completa sino cuando Joab y David conquistaron a Rabá (2 Samuel 10 al 12). Desgraciadamente, Salomón hizo un templo para Milcom (MOLOC), el dios amonita, en Jerusalén (1 Reyes 11:1, 5, 7, 33). Naama, la madre de Roboam, el nuevo rey, era una princesa amonita (1 Reyes 14:21, 31).

    Siempre luchando por independizarse, los amonitas causaron dificultades a Israel y Judá en los tiempos de Josafat (2 Crónicas 20:1 al 30), Joás (2 Crónicas 24:26), Uzías (2 Crónicas 26:7 siguiente) y Jotam (2 Crónicas 27:5). El rey amonita, Baalis, provocó el asesinato de Gedalías (Jeremías 40:14) y Tobías, el amonita, estorbó mucho la reconstrucción de Jerusalén (Nehemías 2:10, 19; 4:3, 7; 13:7, 8, 23 al 27). Por último, Judas Macabeo venció a los amonitas (1 Mac 5:1 al 8).

    Por sus pecados y especialmente porque constantemente hostigaban a Israel, Ezequiel predijo la destrucción total de ellos (Ezequiel 25:1 al 7). Su último intento parece haber sido contra Judas Macabeo (1 Mac. 5:6).

    Ammán, la capital moderna de Jordania, la vieja Rabá, a pesar de su nombre, ya no cuenta con ciudadanos amonitas (Ezequiel 25:10).